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Dengue: Los datos que no difunden y por qué nadie frenó lo que se veía venir

En una semana crecieron 85% las muertes en el país. Crónica de una epidemia anunciada.

Dengue: Los datos que no difunden y por qué nadie frenó lo que se veía venir

En la última semana se registraron en el país 6 nuevas muertes por dengue para sumar un total de 13, un incremento del 85 por ciento con respecto a todos los decesos que había dejado hasta ahora la actual ola del virus que transmite el mosquito Aedes aegypti.

El dato no aparece en la última actualización de la situación epidemiológica que difundió este sábado el Ministerio de Salud. Sí integra, algo solapado, las 72 páginas del Boletín Epidemiológico correspondiente la semana 12, que recaba información hasta el 29 de marzo.

De dicha información surge además la confirmación de la primera muerte por dengue en la provincia de Buenos Aires (el caso letal más austral del continente ocurrido hasta el momento), una persona que tenía antecedente de viaje al exterior. Desde el distrito sólo habían hablado hace seis días de un "caso probable".

El resto de las muertes se registraron hasta ahora en Santa Fe (4), Tucumán (3), Salta (3) y Jujuy (1). Los fallecidos fueron 5 mujeres y 8 varones, con edades que van desde los 21 a los 87 años.

Trece muertos significa ya la mitad de lo registrado hasta fines de julio en la epidemia récord de 2020. La marca en esta oportunidad se alcanzó en apenas un mes (el primer muerto es de la semana epidemiológica 8). Y todavía quedan cuatro meses de riesgo por delante.

El dengue grave eleva sus chances en un segundo contagio, que siempre es con una cepa diferente a la contraída la primera vez: para la original el cuerpo genera anticuerpos. Consultado sobre los fantasmas que desata este punto, Pablo Scapellato, jefe de infectología del Hospital Santojanni, tamizó el riesgo: “No necesariamente una nueva infección desencadenará un cuadro grave”.

No hay un registro oficial nacional de internados por dengue. En Tucumán, el Ministerio de Salud reportó 80 internados. El último Boletín Epidemiológico de la Ciudad de Buenos Aires indica que sólo el 4 por ciento de los 1.166 casos confirmados en el distrito (47 pacientes) requirió internación, de los cuales 5 personas demandaron cuidados intensivos “sin signos de alarma”.

Actualmente, las cepas que circulan en el país son DEN-1 (en 7 jurisdicciones) y DEN-2 (en 10 jurisdicciones). Los serotipos 3 y 4 no están incluidos en el reporte nacional. Pero hay informes provinciales que dan cuenta del DEN-3.

La Ciudad de Buenos Aires es el distrito con más casos registrados después de Tucumán, Salta, Santa Fe, Jujuy y Santiago del Estero. El 7,50 por ciento de los contagios del país los sufren los porteños.

No hay provincia que hoy esté libre de dengue. Pero diez, hasta el momento, no han sumado casos autóctonos, sino todos importados. Son: Mendoza, San Juan, San Luis, Misiones, Chubut, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego. La Rioja también figuraba sin casos locales pero al cierre del último informe se detectó un brote.

Esas provincias suman en conjunto apenas 49 casos de dengue, el 0,30 por ciento de los más de 16 mil detectados en el país, lo que da la pauta del peso que tiene la circulación comunitaria en el crecimiento exponencial de la curva de infectados.

"Sabíamos que iba a suceder"

El ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, dijo en los últimos días que en la Provincia hay “38 casos con signos de preocupación” y agregó: “Estamos en el pico de una epidemia que sabíamos que iba a suceder”.

Por eso, hay expertos como Scapellato que se preguntan por qué, si las autoridades estaban al tanto de lo que se venía -Clarín lo había alertado en septiembre del año pasado- no se destinaron mayores esfuerzos a la prevención del dengue desde los primeros días del año. “Se debió empezar antes”, afirmó el médico.

Eso se hubiera traducido en prematuras campañas públicas de descacharrado y eliminación de los criaderos de mosquitos. El hábito no está instalado y la única vía es la insistencia oficial en medios masivos de comunicación y redes sociales. Hace dos días, Kreplak anunció en Twitter un “operativo territorial en Quilmes para concientizar sobre los cuidados contra el dengue y chikungunya”.

Condenados a la aceptación estatal de un destino trágico, cuando la epidemia sobreviene queda el recurso de repelentes y otras herramientas que ayudan a ahuyentar el vector transmisor. Pero es sólo mitigar. Desde el punto de vista sanitario, las reacciones tardías ya no pueden evitar que la ola crezca.

 Este año, además, tuvo la particularidad de que se desencadenó pronto un nivel de circulación comunitaria muy elevado, del 90 por ciento sobre el total de casos, superior a la gran epidemia de 2020.

El Gobierno se preocupa por informar que la marca de casos actual -autóctonos e importados- es inferior a la que se registraba en 2020 a esta misma altura del calendario. Pero la brecha se viene acortando: hace dos semanas era del 30 por ciento y ahora se ubica en el 10 por ciento.

Al menos, esta suba del dengue contrasta con la baja consolidada del Covid. En la última semana, por primera vez, se produjo en Salta la única muerte de todo el país. Es el piso de mortalidad más bajo desde que comenzó la pandemia, producto del abrupto descenso de casos del último mes.

Un contexto que es la contracara del que acompañó la epidemia de dengue de 2020, cuando el Covid no paraba de crecer. La buena noticia es que ahora, mientras una curva trepa la otra viene cuesta abajo. Pero con una ola u otra, el resultado tendería a repetirse si el agua nos vuelve a tapar.


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