En concreto, la medida anunciada anoche por el ministro de Economía Sergio Massa tiene el objetivo de asegurarse 5 mil millones de dólares para el mes de setiembre. Los proveerá el sector exportador, eslabón final de la cadena agroindustrial sojera.
De ese monto, según informó el propio ministro, mil millones entrarán entre el lunes y el martes. Como contrapartida, el gobierno le asegura a la cadena un dólar de 200 pesos, en lugar de los 145 que vale el dólar oficial. Es una mejora del 35%.
Esto permitiría que los exportadores aumenten el precio que hoy pagan por la soja (53.000 pesos por tonelada) a 70.000 pesos. Así lo consignó Sergio Massa, con lo que prácticamente dejó establecido un “precio pizarra” que será a partir de ahora el valor de referencia. Y operando como una especie de precio sostén.
Este régimen es mucho más sencillo que el fracasado sistema diseñado por el Banco Central hace poco más de un mes, cuando se hacía sentir una creciente retención de poroto de soja almacenado por los productores en sus silobolsas.
Es sabido que los exportadores ingresan divisas para adquirir la mercadería que van a procesar y embarcar, convertida en harina de alto contenido proteico, aceite, lecitina, biodiesel y otros derivados de valor agregado. En otras palabras, no son los productores los que tienen los dólares.
Cuando los productores no venden, la primera complicación es para la industria exportadora, que no puede liquidar dólares sin saber cuánto tendrá que pagar por la soja al momento en que los productores se decidan a venderla. Y paralelamente se complican las cuentas públicas, porque el Banco Central no cuenta con los dólares que necesita para atender la demanda de los importadores y sus propios compromisos externos.
La medida tiene una componente temporal, en la inteligencia de que al existir un vencimiento a plazo fijo (30 de setiembre) los productores se apurarán a liquidar antes de esa fecha. El escenario más probable es que empiece a aparecer la mercadería. Y no solo por este aumento del 35% del valor que se ofrecía hasta el viernes pasado, sino porque a partir de setiembre se comienza a empinar la pirámide de las inversiones que requiere la siembra de la próxima campaña.
Los productores retienen la soja (también algo de maíz, y muy poco trigo) porque es la forma de mantener su caja en orden. Frente a una alta inflación e incertidumbre cambiaria, sólo se desprenden de sus tenencias para atender sus necesidades operativas. Y también para la compra de bienes de capital. La excelente evolución de las ventas de maquinaria agrícola en los últimos meses fue una clara expresión de esta conducta. Algunos atrasos en la entrega de equipos, sumado al enrarecimiento del clima político y económico, fueron enfriando al sector y esto también quitó estímulo a las ventas de soja.
Veremos cuál es la reacción ahora. Dice Juan Carlos de Pablo que “precio es cuando aparece la mercadería”. La mejora del 35% es sensible. Un dólar de $200 es algo soñado por cualquier industria. Pero en el campo saben que de esos 200 pesos, el 35% serán capturados por Afip/Aduana vía retenciones. Así que el neto será un dólar de $130. Pero la semana pasada era de $94.
Un camino de mil millas se inicia con un primer paso. El ministro dijo que “para nosotros el sector agroindustrial es clave”. Habló también de "seguridad alimentaria a nivel global: Argentina es uno de los grandes jugadores de proteínas” y mencionó la importancia de tratar a corto plazo una Ley de Agroindustria. En el medio del caos político y los arrebatos del kirchnerismo duro, es difícil evitar la sensación de canto de sirenas. El tiempo dirá.