La relación personal entre Javier Milei y Kristalina Georgieva es perfecta. Y el directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha señalado en su octava revisión que “el programa (con Argentina) estaba firmemente encaminado”.
Sin embargo, una luz de alarma se encendió en Buenos Aires y Washington cuando el Presidente cuestionó -obviando su nombre y su cargo- a Rodrigo Valdes, un economista ortodoxo que negocia con Luis Caputo en representación del Fondo.
En un discurso desde Praga, Milei avanzó sobre Valdés al analizar el impacto de los Puts sobre el balance del Banco Central. “Estamos hablando de cuatro puntos del PBI. Y no solo es responsabilidad del gobierno anterior sino de un técnico del FMI que hizo la vista gorda con esto, alguno con vínculos con el Foro de San Pablo”, señaló el jefe de Estado.
Tras la acusación de Milei se inició una ofensiva del gobierno -detrás del cortinado- para desplazar al director del Hemisferio Occidental en la mesa de negociaciones de la Argentina. Valdés fue respaldado por el Board y por Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI.
La respuesta informal no cayó bien Balcarce 50, aunque la instrucción del presidente a Caputo fue que continuara las negociaciones con el FMI para lograr un acuerdo que permita un desembolso extra de 10.000 millones de dólares destinados fortalecer las reservas del Banco Central y abrir el cepo financiero.