En el Frente de Todos pasaron de ilusionarse con una victoria en primera vuelta de Luiz Ignacio Lula Da Silva ante Jair Bolsonaro, a la indiferencia y la parsimonia.
Las banderas de “Cristina Candidata” o “Cristina 2023″ que podían desplegarse si anoche había una victoria contundente y un “Lula Presidente”, no llegaron a ondear producto de un resultado que no figuraba en las previsiones. La oposición en Argentina celebró el resultado y que la definición pase al 30 de octubre, cuando Brasil vuelva a las urnas para el balotaje. En el camporismo reinó el hermetismo.
El triunfo ajustado del líder del PT frente al actual presidente confirmó que Brasil registra una polarización extrema entre la izquierda y la derecha que no registraron las encuestas. La post pandemia y las consecuencias económicas de la invasión rusa a Ucrania dejaron países en crisis y sociedades fracturadas. Son fenómenos cuyas consecuencias los sondeos de opinión no logran captar con fidelidad, menos cuando se proyectan escenarios electorales.
Los deficientes pronósticos de una victoria en primera vuelta en Brasil, con una diferencia entre el primero y el segundo que algunos llegaron a estimar en hasta 14 puntos, había ilusionado a sectores del cristinismo con la posibilidad de subirse a un “efecto Lula”.
Conscientes de la escasa eficacia de las encuestas, desde el entorno más cercano de la vicepresidenta pusieron reparos en subirse al operativo clamor que se agitaba en sordina para una eventual postulación. Tan es así que una fuente con acceso al despacho de la vicepresidenta: “Si gana Lula, vamos a estar contentos porque es uno de los nuestros. Pero la decisión sobre el futuro de Cristina, incluso una candidatura, no va a depender sólo de eso”,
Es que era una tentación comparar a Lula -que estuvo más de un año preso por una condena por corrupción- con la situación de la vicepresidenta, que enfrenta varios procesos penales también por actos criminales cometidos durante el ejercicio de la primera magistratura. La causa Vialidad es la más ruidosa y que se encuentra en etapa de juicio oral, pero no es la única. “Son sobrevivientes del lawfare”, había equiparado un kirchnerista que habló con este medio en reserva.
Con el resultado puesto, 48,26% a 43,09%, y segunda vuelta obligada, Alberto Fernández publicó en Twitter: “Felicito a mi querido Lula Da Silva por su triunfo en primera vuelta y hago llegar mi sincero respeto al pueblo de Brasil por su profunda expresión democrática”. Ese mensaje fue retuiteado por el canciller Santiago Cafiero. De Bolsonaro, que obtuvo más de 51 millones de votos, no hubo referencia.
La foto que publicó Alberto Fernández en su cuenta de Twitter
Es una manifestación singular la del presidente, que expresa su compromiso con el principio de no intervención en asuntos internos de terceros países, sobre todo cuando hay elecciones en las que surgen denuncias, como las de Nicaragua o Venezuela.
A contrapelo de la felicitación de Alberto Fernández, Cristina Kirchner siguió desde Buenos Aires las alternativas de las elecciones brasileñas, pero no publicó ninguna declaración sobre el resultado. Durante el día, dirigentes de La Cámpora, como el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, habían retuiteado el mensaje de la cuenta del propio Lula “Hoy es el día de la democracia”.
Hasta entrada la madrugada, ni De Pedro, ni Larroque, ni la cuenta de La Cámpora se habían referido a los resultados de las elecciones brasileñas.
Se trata de un silencio sugestivo, habida cuenta que en off y también en público, se habían expresado a favor del ex sindicalista metalúrgico que va por su tercera presidencia. El propio Máximo Kirchner dijo en un discurso que pronunció el sábado en Morón que, 20 años de su primer mandato “para Lula quizás sea el comienzo de un nuevo proceso político”.
No fue el único caso. El mismo sábado, la senadora cristinista Juliana Di Tullio incluso, habló de una eventual candidatura: “Si fuera por ella no quiero que sea (candidata). Ya está, nos dio todo. Si me preguntás por mí, por vos, por tus pibes y los míos, quiero que sea. ¿Quién va a ser sino? No quiero una fotocopia, no quiero alguien que se parece, quiero que sea Cristina”.
Todo ese fervor que unía “Lula Presidente” con el operativo clamor por “Cristina 2023″ se fue enfriando cuando empezaron a aparecer los primeros datos oficiales. A medida que se publicaban los resultados y se confirmaba que Bolsonaro no sólo no perdía por más de 10 puntos, sino que ganaba en lugares tan emblemáticos como el corazón industrial de San Pablo, el hermetismo se fue profundizando.
Es que se fue confirmando lo que analistas avezados habían anticipado: un masivo “voto vergonzante”, de brasileños que no decían que votarían a Bolsonaro o directamente mentían. Según las primeras interpretaciones de esos mismos especialistas hubo un silencioso reconocimiento a la gestión económica que instrumentó el ministro Paulo Guedes, con baja inflación -los últimos dos meses incluso se registró una mínima deflación- caída del desempleo y planes sociales más eficaces.
Bolsonaro se refirió a la Argentina luego de que se conocieron los resultados de las elecciones (REUTERS/Ueslei Marcelino)
El contraste entre la economía brasileña y la argentina no puede ser mayor. De allí que se entiende la declaración de Bolsonaro cuando tuvo que reconocer su derrota ante el candidato del PT: “El cambio puede ser para peor, fíjense en Argentina, Colombia, Venezuela, Chile y Nicaragua. A todos los países que migraron hacia la izquierda les fue peor”.
Para evitar esa comparación, Lula la semana pasada expresó en un encuentro con empresarios una opinión crítica sobre la administración argentina. Tuvo el doble objetivo de tomar distancia y enviar una señal al electorado y a los mercados de que no seguirá el modelo de economía dirigista que aplica la Casa Rosada.