Joaquín Sperani fue encontrado muerto en una casa abandonada en la localidad cordobesa de Laboulaye el pasado 2º de julio. Pocas horas después, su mejor amigo, Leandro, confesó el crimen. Sin embargo, por ser menor de edad, quedó alojado en un centro penal juvenil y ahora la familia de la víctima teme que salga en libertad.
Como el chico tiene 13 años, es inimputable. Según el Régimen Penal de Menoridad, la imputabilidad es a partir de los 16. Esto quiere decir que los menores de esa edad no pueden ser juzgados ni se les puede imponer una pena por cometer un delito, más allá de que lo hayan reconocido, como en este caso.
“El abogado me dijo que cuando cumpla 18 no le pueden abrir una causa. Me dijeron que por ley, para su mayoría de edad, se recupera, pero un chico de estas características no se recupera. Estamos hablando de un psicópata”, dijo Mariela Flores, la mamá de Joaquín.
En este sentido, apuntó visiblemente indignada: “¿Y si lo largan? Mirá si se aparece en mi casa y busca a alguno de mis hijos para seguir haciendo lo mismo. Mi desesperación es que lo dejen libre”.
Hasta el día de hoy, Leandro permanece alojado en el Complejo Esperanza de Córdoba, pero hay posibilidades de que lo trasladen porque ese lugar es para mayores de 16, según contó Mariela.
Debido a que la investigación se encuentra bajo secreto de sumario, no hay novedades sobre cómo se encuentra el acusado. Lo que sí está claro es que no quedará alojado en prisión.
Si bien es el único acusado, Mariela está segura de que otras personas participaron del crimen: “Tengo dudas, no me cabe en la cabeza que no tenga tantas manchas de sangre en el cuerpo cuando vuelve a clase. Sostengo que hay más involucrados. No quiero quedarme con las manos vacías”.
De acuerdo a lo que informaron fuentes vinculadas a la causa, el resultado preliminar de la autopsia determinó que murió por un traumatismo de cráneo y que sufrió un daño encefálico que le provocó la muerte inmediata, luego de recibir más de 10 golpes en la cabeza.
El abogado de la familia de la víctima, Raúl Frencia, aseguró que la investigación está avanzando, pero viene lenta debido a que hay muchos testimonios. “Cerca del fin de semana debería haber más novedades”, adelantó.
El vínculo de la mamá de Joaquín con la familia del acusado
Mariela conoce bien a los padres de Leandro, aunque no tuvo contacto con ellos desde que encontraron el cuerpo de su hijo. “Ellos son tan víctimas como nosotros”, aseguró. A su vez, reveló que desde que Joaquín desapareció, ambos ayudaron en la búsqueda, sin pensar que su hijo podía estar involucrado.
“Sentí ganas de comunicarme con ellos, pero no lo hice porque pensé que iba a entorpecer la causa”, sumó. Las únicas pruebas concretas que hay hasta el momento son las imágenes de las cámaras de seguridad.
“Es muy duro ver las imágenes. Vos como mamá ves que tu hijo va feliz con su amigo y después lo mató. Miraba la imagen y decía ‘hijo mío, estás yendo a la muerte’. No se lo deseo a nadie”, se sinceró.
A las 15 de este jueves, familiares, amigos y allegados a la víctima realizarán una movilización en la ciudad de Laboulaye. La misma comenzará en el IPEM 278 “Malvinas Argentinas”, donde Joaco cursaba su tercer año del secundario, y finalizará en la plaza donde se juntaba con sus amigos. “Ahí largamos los globos”, contó Mariela.