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SAN LUIS

Habló desde la cárcel la asesina de Lucio Dupuy: “Tengo miedo de que lastimen a mi familia”

Abigail Páez expresó que siente dolor por la condena y el tratamiento mediático del caso. Dijo, además, que la quisieron atacar tras el fallo de la Justicia pampeana. Su madre también hizo declaraciones.

Habló desde la cárcel la asesina de Lucio Dupuy: “Tengo miedo de que lastimen a mi familia”

“Tengo miedo de que lastimen a mi familia y temo por cómo les pueda afectar la información que se filtró”. Ese es el mensaje que dio Abigail Páez desde la cárcel de San Luis en la que está alojada junto a Magdalena Espósito Valenti, su expareja y madre de Lucio Dupuy.

Las dos mujeres fueron encontradas culpables del homicidio agravado por alevosía y ensañamiento de niño de 5 años. Pero Páez, además, resultó condenada por abuso sexual, un delito que la defensa busca derribar. “Ella siempre lo negó”, argumentan.

Sin embargo, el 26 de noviembre, cuando llegó al Hospital Evita cargando el cuerpo de Lucio le dijo al médico que constató la muerte que a Lucio “lo habían violado”, en el contexto de un supuesto robo. A los vecinos que la habían trasladado hasta allí en auto les había dado la misma versión.

Esa sola mención, como parte de su coartada, es para los jueces prueba de que Páez fue responsable del abuso sexual que registró el forense Juan Carlos Toulouse en el informe de autopsia. El razonamiento fue: “¿Cómo pudo saber del abuso si no había sido ella misma la persona que lo ejecutó?”

No niega, por otro lado, haber sido la autora de los golpes que presentó en casi todo el cuerpo, entre ellas, mordidas en los genitales y en el brazo. Debajo del ojo izquierdo, quedaron marcados sus nudillos. El golpe fue tan violento que provocó el enclavamiento de las amígdalas cerebelosas que produjeron un paro cardíaco.

A la altura del omoplato de Lucio, los peritos notaron “el dibujo bien clarito” de la suela de una zapatilla. Esa impronta coincidía con el calzado de la ahora expareja de su mamá. Ese pisotón le ocasionó un desgarro de 8 cm. por 7 cm. de profundidad en el hígado y hematomas en el intestino delgado y grueso. La hemorragia que produjo esa pisa a nivel interno, se detuvo al mismo tiempo que su corazón: la piña en el ojo ya había producido la hinchazón del cerebro y el consecuente paro.

Páez se enteró de la condena por teléfono: habían optado por no presenciar la lectura de la sentencia en la sala del Tribunal de Audiencia de Santa Rosa, en La Pampa. Ambas prefirieron quedarse en la provincia vecina por temor a las represalias y a perder su plaza en una prisión en la que se sienten seguras: el Centro de Detención de la provincia de San Luis.

Sin embargo, tras la noticia hubo un incidente en el penal en el que está siendo asesorada para comenzar un tratamiento hormonal transgénero. “Me quisieron atacar”, contó pero no dio más detalles.

Tras la condena y la exposición mediática que tomó el caso, ahora teme por la integridad física de su familia, pero también dice estar angustiada por cómo pudo impactar en su familia la difusión de las pruebas ventiladas en el debate y que tomaron difusión mediática en las últimas semanas.

“Me causa dolor el maltratamiento (sic) de los medios”, dijo la mujer que recibirá prisión perpetua. La razón es simple: su madre y sus tres hermanos desconocían las evidencias en su contra. “No estaban al tanto”, confirmaron desde el equipo de la defensoría oficial que la representa en la causa.

La decisión de declararla culpable por los delitos de abuso sexual ultrajante y homicidio por alevosía y ensañamiento le cayó como un balde de agua fría. Lloró desconsoladamente. Ese llanto ahora mutó a una honda preocupación y angustia por su familia.

“Estoy tan sorprendida como ustedes”, dijo en diálogo con Infobae Erica Frydlender, la madre de Abigail, tras el fallo de los jueces Alejandra Ongaro, Andrés Olié y Daniel Sáez Zamora. “Estoy muy mal, es mi hija”, dijo la mujer con la voz entrecortada y muy afectada.

“Estamos tratando de salirnos de todo esto. Es muy duro y queremos despegarnos. Necesitamos que nos dejen tranquilos, nosotros también estamos haciendo nuestro duelo, lo extrañamos mucho a Lucio”, dijo en un breve diálogo en el que negó haberse comunicado con su hija en los últimos días.

“Ella está donde tiene que estar”, cerró.

Del otro lado, la familia de Lucio pudo encontrar un poco de paz con la condena que pidieron a la Justicia. Aunque para Ramón, su abuelo, “no hay nada que celebrar”.

Es probable que Silvia, su mujer, regrese este domingo, como cada domingo, al cementerio de General Pico a dejar flores blancas en el nicho donde descansa su nieto. Y tal vez note, una vez más, que los juguetes que colocó al pie de cajón volvieron a moverse.

 


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