La ruta intransitada en un pueblo que por la noche solo es recorrida por camiones y algunos pocos autos, se volvió el centro de la escena de terror.
Las luces azules que indicaban que algo se había alterado en Marcelino Escalada -Santa Fe-, acaparaban la atención. El 3 de diciembre de 2011, la familia conformada por María Luisa Lazzarini, Carlos Oscar Viale y sus dos hijos Nazareno y Constantino Viale sufrió un accidente que se llevó la vida de los primeros tres. Cuando intentaron cruzar la Ruta Nacional 11 de un lado del pueblo hacia el otro, un camión que circulaba sobre la vía los atropelló. El más pequeño, tenía apenas cinco años y fue el único ocupante de la camioneta que logró sobrevivir.
Constantino ahora tiene 16 años y posee una inflamación en el cerebro que es lo que provoca el mayor daño en todo su cuerpo. Pasa sus días en una cama ortopédica y cuidado por sus tías Mercedes y Susana, sus hadas madrinas. Se alimenta por un botón gástrico y hay que realizarle aspiraciones de oxígeno y masajes respiratorios frecuentemente, sobre todo en invierno.
“No podemos definir bien cuál es su estado, porque no entra dentro de los parámetros de un estado vegetativo, creemos que nos ve y nos escucha, además de que responde a los estímulos de dolor”, contó Mercedes. La tía, junto a toda su familia (Marcelo, su marido, y sus hijos Jeremías y Joaquín), siempre se hicieron cargo de Consti, sobre todo en los primeros años tras el accidente. Y Susana, otra de las tías, también se encargó de los cuidados, principalmente los relacionados con la salud, ya que es enfermera. Entre las dos, hace once años que conviven y cuidan a Consti como si fuera su propio hijo.
Con el paso del tiempo, sus vidas y las de sus familiares se fueron adaptando a Consti y, durante once años, siempre estuvieron a su lado. Mercedes señaló que se encargan de las tareas diarias y de la atención del adolescente, aunque “Consti está cada vez más grande y se hace difícil moverlo y trasladarlo”. Para esto, tienen una cama ortopédica en su casa en el pueblo y en el campo, para que puedan trasladarlo de un lugar a otro sin mover todos los aparatos.
“Yo me acostrumbré a vivir en el presente, porque siempre mi prioridad es él”, dijo Mercedes. “Si hago algún viaje, no solo coordino con Susana para que ella se quede, sino que lo planeó todo cerca de la fecha”, contó.
En todos estos años a cargo de su sobrino, las tías probaron varias alternativas. “Dependemos todo el tiempo de él y nosotras nos turnamos para cuidarlo, así la otra descansa por lo menos una semana”, detalló Mercedes. Más allá del cansancio físico, los familiares de Consti advierten que el mayor desafío es mental. “Hubo una oportunidad en que se me cansó la mente”, indicó Mercedes. “Entonces, en la búsqueda de alternativas, nos contactamos con un sanatorio muy bueno para casos similares al de Consti, al que podía entrar y salir cuando quisiéramos”, narró. “Pero yo lo dejaba y me venía llorando”, expresó. La distancia y desprenderse de él por un tiempo no fue posible para ella. Entonces decidió continuar con la internación domiciliaria.
Durante la pandemia por Covid, Mercedes se llevó a Constantino con ella al campo para que se mantuvieran ambos aislados de los contagios. “Nunca tuvimos coronavirus”, aseguró.
El accidente que marcó la vida de toda la familia
El choque ocurrió sobre la Ruta 11, justo frente a la casa de Mercedes y su familia. Cuando el trágico episodio tuvo lugar, Mercedes estaba en su casa del campo, a unos pocos kilómetros de Marcelino Escalada. En cambio, Joaquín, su hijo menor, estaba apenas a unos metros del lugar, sentado en el tapial de su casa junto a unos amigos. Vieron todo. Lo que ocurrió en el momento y después. Se enteraron rápidamente de las muertes de tres de los ocupantes del auto y de que Consti había sobrevivido.
“Yo había llevado a mi hijo mayor a su fiesta de despedida del último año de la secundaria en un pueblo cercano, lo dejé y me llamó mi marido para decirme que me fuera a Marcelino Escalada, que mi hermana había tenido un accidente”, rememoró Mercedes. Allí comenzó una odisea que duró varios días. A Constantino lo llevaron enseguida hacia el Hospital José María Cullen de la capital provincial. En su pueblo, mientras tanto, Mercedes y los demás se encargaron del funeral de sus tres familiares. “No tuve tiempo de llorarlos, porque había algo más importante, que era Constantino y nos teníamos que encargar de él”, recordó. Al día siguiente Mercedes viajó a Santa Fe y no regresó más a su casa hasta un mes después.
Luego de unos 30 días en el Hospital Cullen, donde a Constantino le hicieron las primeras intervenciones, Mercedes llevó a su sobrino a Rosario. En un sanatorio de la ciudad estuvo internado durante siete meses. “Lo que nos pasó es que no nos aceptaban la rehabilitación para Consti porque no respondía a los estímulos”, explicó.
Mercedes se hizo cargo de la tutela y, por ende, quedó enmarcado dentro de su obra social como trabajadora de la educación en Santa Fe. Nunca recibió una pensión para los gastos por la situación de Constantino, pero su obra social le proporcionó varias facilidades. Actualmente, cuenta con la asistencia de una acompañante terapéutica.
“Mucho no recuerdo, pero porque no es algo de lo que me quiera acordar”, señaló la mujer. Para ella, quien más sufrió todo lo ocurrido fue su hijo menor. No solo porque vivió la escena en primera fila, sino porque después tuvo que seguir adelante varios años sin el apoyo y la contención cercana de su madre. “Era un adolescente, tuvo que seguir con la escuela y hacer todas las cosas del día a día solo”, relató. “Yo no estuve muy presente en momentos importantes como fue su último año de la escuela y todos los eventos que eso trae”, indicó.
La esperanza, el “sexto sentido” y las cosas buenas
Mercedes contó que durante todos estos años nunca se sintió sola en los cuidados de Consti por el acompañamiento de su familia y de su hermana. Solo conoció un caso similar al de su sobrino. Se trata de una chica que mostraba los mismos síntomas. “Desde el sanatorio de Rosario le comentaron a la familia que había un caso similar”, recordó la mujer. “Tanto desde la clínica rosarina como desde el hospital Cullen, siempre nos tuvieron muy presentes y se comunican cuando pueden para preguntarnos cómo estamos”, destacó.
Por medio de algunos contactos en común, la familia de esta chica se comunicó con Mercedes. “Yo creo que ellos tenían la esperanza de que nosotros le diéramos alguna respuesta o posible solución, pero no fue así”, lamentó. Sin embargo, se mantuvieron varios años en contacto y lo siguen haciendo. La nena murió durante la pandemia tras contagiarse de Covid. Mercedes aún se comunica con sus padres y ellos se preocupan por tener noticias de Constantino.
Mercedes remarcó que en el camino se encontró a mucha gente que la ayudó mucho más de lo que esperaba. “Yo creo que Consti atrae a la gente buena y cosas buenas”, remarcó. “Cada vez que se corta la luz, enseguida hay alguien que lo soluciona, incluso trabajadores de zonas a las cuales no les corresponde mi casa”, narró y aclaró que para poder asegurarle la atención adecuada en todo momento, poseen un generador de energía.
A finales de noviembre, el arzobispo de Santa Fe, Sergio Fenoy, le dio la confirmación a Constantino en su propia casa. “Yo creo que Consti tiene como un sexto sentido, porque en ese momento se despertó solo y para mí percibió la alegría y la energía que había a su alrededor”, expresó su tía. El arzobispo, junto al cura de la parroquia local, se encargaron de otorgarle el sacramento a Consti. Mercedes, por su parte, organizó el evento en su casa. “Yo acomodé todo, compré algunas cosas para comer e invitamos a algunas personas”, contó.
Pasan los años y todas las personas que lo conocieron se impactaron por su fuerza y por el sostén de su familia. Mercedes se asombra no solo de la fuerza de su sobrino, sino de las cosas que atrae. Por todo eso, dijo: “Consti deja huellas en todas las personas que lo conocen”.