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EL FEUDALISMO EXISTE

La Corte y el Feudalismo, el desafío a los terratenientes del poder

Mal que nos pese, la Argentina se sostiene en el medioevo en alguna de sus estructuras más profundas.

La Corte y el Feudalismo, el desafío a los terratenientes del poder

En diversas comarcas el amor de los tiempos feudales trama la genealogía del poder. El destino de muchos brota en el estruendo de los lechos matrimoniales. Las dinastías producen sistemas de acatamiento masivo.

Ahora, la Corte Suprema de Justicia se ha pronunciado con contundencia respecto del ilimitado afán reeleccionista en tantas provincias señalando que choca con el espíritu republicano. El feudalismo quizás comience a vislumbrar el comienzo del desmoronamiento de sus muros.

No se trata en éstas latitudes de una traslación acrítica del concepto de feudalismo europeo al nativo. Por el contrario, fue el pensador marxista peruano José Carlos Mariátegui, quien consideró que el dominio de los terratenientes estructuraba la economía colonial peruana en feudos, y lo propio señaló con mucha precisión el pensador italiano Ruggiero Romano en su obra “América Latina, feudalismo y desarrollo capitalista”.

Hay terratenientes del poder que ahondan a través de sus modos gubernamentales las desigualdades. Acumulan poder desde el trono de un patriarcado o de un matriarcado político. Una tutela que se pretende sin fin, y que se prolonga llegado el caso por herencia o nepotismo. Desde los Rodríguez Saá en Luis, hasta los Kirchner en Santa Cruz, el matrimonio Zamora-Ledesma Abdala en Santiago, Insfrán en Formosa y los demás.

Es el apellido en el poder y el poder del apellido y aquí es donde el medioevo se cuela en la modernidad.

Son economías pre capitalistas y por eso anticapitalistas en la retórica.

Conviven en rigor, cierto tipo de capitalismo ultra estatista y controlador con el feudalismo más arcaico.

Predomina el verticalismo económico, la decisión del patrón provincial que determina toda la economía y que recorta la libertad de expresión, así como los señores feudales determinaban el curso de la vida de los siervos de la gleba. El dinero grande circula sí, pero en dirección a las arcas de las oligarquías feudales y políticas dominantes.

Es una forma de explotación que se autodefine como liberadora y justiciera.

Hay un elemento que podría refutar esta tesis y es el voto. En efecto, estos señores o señoras feudales son electos, una y otra vez además.

Pero el voto es una condición necesaria aunque no suficiente para constituir una real democracia. Debe conjugarse con una clara división de poderes y por el control sobre quienes ejercen el Ejecutivo.

Sin embargo, cabe preguntarse ¿Por qué los votan? La servidumbre voluntaria en los feudos es una cuestión muy estudiada.

Se producen súbditos reprimiendo la gestación de ciudadanía plena. Súbditos por la fuerza del señor feudal, obligados y persuadidos de las “ventajas” del yugo. Operan allí el carisma del líder o de la lideresa pero más profundamente,la dependencia económica de planes, empleos y hasta de medicamentos provistos por los estados señoriales provinciales de manera paternalista o maternalista.

Es una cultura política antigua de la que es muy difícil salir pero ahora la Corte Suprema estableció un hito con su fallo en contra de los intentos reeleccionistas perpetuos.

Todo viene de lejos y de muy lejos. Hubo una conjunción entre el caciquismo indiano de las grandes civilizaciones precolombinas, y los unicatos instalados por los conquistadores que tramaron modelos de dominio y de servidumbre que se extendieron y que se adaptaron a los cambios, sin mutar en su estructura más profunda.

América se convirtió en la periferia feudal de Europa y estas tierras australes en la periferia de la periferia feudal y esas raíces no se desprenden nunca de las tierras más profundas.

Mariátegui utiliza una metáfora botánica para referirse al fenómeno. Habla del “Gamón”, un arbusto que parece inmune al tiempo y por lo tanto perenne. De allí deriva al concepto de “Gamonalismo”, precisamente el feudalismo que se camufla para sobrevivir pero que tiende a la perennidad por su propia lógica de acaparación y de explotación. El gamonalismo-feudal es en esencia violento, abusando y sometiendo a las mayorías, persuadiéndolas profundamente que no queda otro camino para sobrevivir que el sometimiento al patrón político.

El profesor Ruggiero Romano conoció la Argentina a quien lo acercó el eminente historiador José Luis Romero, quien tanto estudió lo que podría definirse como el “Feudalismo-Burgués”. El feudalismo subsistió como estructura subterránea pero activa más allá del desarrollo capitalista y de la burguesía.

Extendiendo las interpretaciones de Romero, y de Romano, se trata de una convivencia entre el comercio y los beneficios generados de la explotación terrateniente de los suelos y de los subsuelos y de sus regalías y también de los intercambios comerciales tantas veces corrompidos.

Así, con la perseverancia de los siglos el vasallaje ha imperado.

Así, con la perseverancia de los siglos el vasallaje ha imperado.

La ley puede detener ese modelo vertical.

La Corte acaba de manifestarlo y de fundamentar su posición republicana a las reelecciones ad aeternitatem.

Y todo puede cambiar.

Y también, porque los feudos no se rinden fácilmente también es posible, que nada cambie.


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