La clase media argentina empezó a mirar con lupa sus presupuestos. El trabajo fino llegó luego de un octubre con compras -para algunos- excesivas, entre el Día de la Madre y la cobertura preelectoral. Mientras, en la previa al balotaje el escenario es bien distinto: los bares, la indumentaria y los hoteles comenzaron a sentir la caída del consumo.
“La sábana está quedando corta y las restricciones se encuentran en la mayor parte de los consumos”, dice un informe publicado esta semana por la consultora D’Alessio IROL. En ese documento, la firma preguntó a 1136 personas en qué creen que deberían reducir sus gastos.
El 65% de los consultados dijo que debería recortar en salidas, como el cine o los restaurantes. El 63%, en indumentaria. El 56%, en apps pagas. El 51%, en las vacaciones de verano. El 44%, en servicios de streaming y cable, mientras el 36% sostuvo que debería reducir sus gastos en el supermercado.
“El lápiz rojo aumentó entre los de menores ingresos. Pero, hoy también estarían más cautos con sus consumos los que más tienen. Un dato que prende las luces de alarma es que la mitad del nivel socioeconómico medio bajo estaría reduciendo sus compras de lo más básico”, dice el informe. El 48% de las personas de nivel socioeconómico medio bajo afirmó que debería reducir sus gastos en el supermercado, contra un 26% en el nivel medio-alto.
Del documento también surge un cambio de hábito en el esparcimiento. La mayoría (86%) respondió que la situación económica lo está llevando a actividades de ocio que puedan realizar con bajo o ningún costo, como ver televisión o leer.
Ese impacto ya comenzó a sentirse en los diferentes sectores. Alfredo González, presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), explicó que durante septiembre el consumo había subido un 4,7% “principalmente en aquellos sectores con financiación, como la ropa, los electrodomésticos y los zapatos”, pero que en octubre la tendencia se revirtió.
El balotaje frenó el consumo, dice, por el temor a una devaluación que podría limar aun más el poder adquisitivo, pero también porque en octubre hubo un “adelantamiento de consumo” por el mismo motivo: el que tenía algún peso extra lo gastó, pensando en que haría valer más su dinero que a la semana siguiente.
“El consumo se viene frenando hace cinco meses, aunque no nos sorprende porque esperábamos el impacto en la economía real de la sequía en el segundo y el tercer trimestre”, sumó Mario Grinman, de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC). Y sumó: “Algo de este impacto se trasladó al último trimestre por la incertidumbre electoral y la aceleración de la inflación, pero el gobierno está tratando de sostenerlo, por obvias razones, con alguna política de ingresos”.
En ese sentido, desde la Cámara Argentina de Turismo sumaron que hay decisiones sobre las vacaciones de verano que están frenadas por la incertidumbre en el futuro de la economía, aunque sobre todo por la inflación y el tipo de cambio, que generan “contracción” a la hora de definir. “La gente espera al balotaje para tomar esa decisión”, señalaron.
En el caso de los restaurantes y bares, según Pablo Durán, secretario de la Cámara de Bares, se vive “un momento raro: la gente se cuida. Hay días que se trabaja, hay días que no. Nuestra materia prima, que son los alimentos, es lo que más sube, y a nosotros nos cuesta tocar la carta: absorbemos varios aumentos hasta hacerlo. Todo aumenta todas las semanas y nosotros las cambiamos cada 40 días, y eso hace que estemos en uno de los peores momentos de rentabilidad”, resumió.
Desde la Cámara de Indumentaria indicaron que desde las PASO hubo una caída del consumo, en septiembre comenzó a recuperarse y que octubre terminó siendo “un buen mes” por el Día de la Madre. Pero luego, dijeron hubo una caída en el consumo leve: “Considerando la incertidumbre y las dificultades del mercado suena bastante razonable”, completaron.