Los movimientos sociales oficialistas le exigieron al gobierno de Alberto Fernández la creación del ministerio de la Economía Popular; reclamaron medidas para bajar la inflación y que “favorezca a los sectores más desprotegidos”. Además, criticaron las auditorías a programas como Potenciar Trabajo, e insistieron, entre otros puntos, con el Salario Básico Universal, una medida que la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, ya anunció que no se implementará por falta de fondos.
La movilización partió desde el santuario del patrono del pan y el trabajo y culminó en Avenida de Mayo y 9 de Julio. Los discursos de cierre contaron con los aplausos de las más de 300.000 personas, que peregrinaron desde las ocho de la mañana, y fueron los más fuertes y contundentes desde que Fernández llegó al poder, el 10 de diciembre de 2019.
La movilización partió desde el santuario del patrono del pan y el trabajo y culminó en Avenida de Mayo y 9 de Julio (Franco Fafasuli)
“Se pusieron de acuerdo y ahora tenemos nuevo ministro de Economía que parece ser el resultado de una unidad en el Frente de Todos. Pero, por lo que se dijo en la presentación, parece que había mucha felicidad en los muchachos que tienen mucha plata. Que nos vengan a auditar de las universidades, van a terminar militando con nosotros”, opinó, desde el escenario, Esteban “Gringo” Castro, el secretario general de la Unión Trabajadores de la Economía Popular.
Al finalizar la jornada cargada de fe, esperanza y reivindicaciones sociales, la UTEP difundió un comunicado que en uno de sus párrafos resalta: “En estos tiempos dónde arrecia la pobreza y se ha profundizado la persecución judicial contra los movimientos populares reivindicamos nuestra unidad en la diversidad para la defensa de los intereses de los de abajo. Los ataques judiciales que sufrimos son lawfare contra los pobres que implica un altísimo grado de violencia física y simbólica, el desprestigio y el ataque mediático a dirigentes, militantes de base y organizaciones sociales. En este contexto, redoblamos nuestra convicción de que sin poder popular no hay justicia social y sin comunidad organizada no hay proyecto nacional”.
Más temprano, en la homilía del santuario de San Cayetano, ubicado en el barrio porteño de Liniers, el cardenal primado de la Argentina y Arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, la máxima autoridad eclesiástica del país, también hablo de miseria y pobreza.
Juan Grabois, líder del MTE, alza el báculo con el que peregrinó desde la Basílica de Luján, Esteban Castro, el secretario general de la UTEP
“El ejemplo del Buen Samaritano nos devuelve una mirada solidaria de la realidad, no para escandalizarnos, sino para conmovernos y comprometernos. Mientras tanto, ‘suplicamos’ el pan de cada día, como nos enseñó Jesús. El pan que alimenta nuestra vida y que diariamente se hace más inalcanzable a causa de la inflación asfixiante que padecemos y que genera miseria. ¿Cómo no pensar en la cantidad creciente de hermanos y hermanas que se acercan cotidianamente a los comedores, en los adultos mayores que no pueden comprar sus medicamentos, en las familias cuyos ingresos son cada vez más insignificantes? Como reza una canción: ‘No es posible morirse de hambre en la tierra bendita del pan’”. Sus palabras, precedidas de la bendición a las herramientas de trabajo que portaría un grupo de desocupados de la UTEP en su caminata al centro porteño, no hicieron más que reafirmar el alineamiento que la iglesia católica mantienen con los sectores de la economía popular.
De hecho, el Papa Francisco, en el marco de la pandemia mundial por el coronavirus, fue uno de los impulsores del Salaria Básico Universal. Un tema que habló en persona con Castro y con Juan Grabois, el líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) cuando ambos lo visitaron en Roma durante los encuentros de las organizaciones populares que reunió a dirigentes de todos los cinco continentes.