A más de una semana del inicio del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa, los ocho rugbiers continúan sin romper el “pacto de silencio” ni despegarse de la estrategia de la defensa.
Sin embargo, uno de los acusados evidencia desde hace tiempo una situación diferente al resto. Se trata de Blas Cinalli, el único del grupo que no recibió familiares durante el debate oral ni en el Penal de Dolores donde se encuentra alojado.
Aunque no se sabe el motivo, los que presenciaron jornadas en la sala del TOC 1 sostienen que el acusado nunca giró su cabeza para ver si había algún familiar. Según consignó la agencia de noticias NA, en la lista de ingresos del Tribunal no se registran allegados del joven que vayan a presenciar alguna de las próximas audiencias.
Desde el inicio del juicio cada acusado tuvo la presencia, al menos una vez, de algún cercano. El caso de Cinalli demuestra la posible relación quebrantada con su entorno.
Lo llamativo del proceso judicial es que en reiteradas oportunidades se vio a los papás de Milanesi y Guarino, los jóvenes que quedaron sobreseídos de la causa por falta de mérito.
Quienes estuvieron en casi todas las jornadas fueron el papá de Lucas Pertossi y el hermano o papá de Máximo Thomsen. Dichos familiares se encuentran en Dolores desde antes de las fiestas de fin de año.
Qué rol cumplió Blas Cinalli en el asesinato de Fernando Báez Sosa
Mientras transcurría el juicio los investigadores y hasta los abogados defensores de los papás de Fernando señalaron que la figura de Cinalli sería positiva para enmarcarlo en un rol menor en el crimen.
Eso cambió el martes 10 de enero cuando en la sala del TOC 1 se dieron a conocer los chats entre los acusados y es allí cuando se confirmó que el joven fue parte de la golpiza a los amigos de Fernando y contra la víctima, además de haber mandado aberrantes mensajes sobre el hecho.
En el teléfono de Blas Cinalli se visualizó el grupo de WhatsApp “El club del Azote” integrado por 13 personas que viven en Zárate. A las 5:08 el joven escribió: “Nos peleamos, ganamos contra unos chetos, los rompimos. Nos vamos al centro a premiar” junto con una foto de Thomsen y Ciro Pertossi.
5.15 le envió a otra persona el texto que confirmó el ataque: “Amigo, flasheamos, matamos a uno”. Y continuó: “Nos cagamos a piñas en el boliche. Nos sacaron a todos. Esperamos a que se vaya la Policía y ahí los recagamos a piñas”.
Minutos más tarde, Cinalli hizo referencia a un dato que había revelado uno de los testigos: “Había un rubio que estaba agarrado a mi tobillo”.
A las 6:47 alguien del grupo le preguntó: “¿Qué onda Blas, se dieron masa?” a lo que el joven contestó: ”Dos convulsionaron, a uno lo mandamos al hospital, sin signos vitales”.