Guillermina Esmoris tocaba el contrabajo en el Conservatorio de Música de Bahía Blanca. Allí, su maestro le recomendó una resina importada para que su instrumento sonara mejor. En ese momento se le ocurrió la idea que cambiaría para siempre su vida: producir en Argentina ese mismo elemento nacido del interior de los pinos.
“La idea comenzó en la primera clase con mi maestro de contrabajo que me explicó que antes de tocar siempre hay que pasar un poco de resina al arco, por lo que me alcanzó una cajita de resina de pino donde me explicó que era importada de Suecia”, recordó la chica..
Manos a la obra
“Sin resina el instrumento no suena -resalta Guillermina, develando un secreto poco conocido por el público en general-. Desde ese momento me obsesioné con conseguir un producto nacional que se pueda exportar al mundo”. Esmoris dijo que “la resina sirve para el violín, viola, contrabajo y violonchelo, para que pueda haber sonido porque sino las cuerdas patinan y generan fricciones”.
“Vuelvo a mi casa, me pongo a investigar, quería ver si había una resina Argentina para comprarla y no había porque eran todas importadas y de alto costo”, agregó, Guillermina sobre el origen de la idea.
Corría el año 2017 y la joven, que hoy tiene 34 años, empezó a hacer pruebas calentando diferentes tipo de resinas en una lata de tomate. “No encontraba nada de información en Internet. Tuve que hacer todo en forma autodidacta con ensayo y error. Les iba pasando a los músicos del Conservatorio de Bahía Blanca mis productos para que lo prueben. Ahí me daban recomendaciones para mejorarlo. Y así, una vez me dijeron casi todos en simultáneo ‘te compro´. Y así arranqué”, relató Guillermina.
Al igual que la Coca Cola, Esmoris explicó que su fórmula es secreta. Todo el proceso duró un año, durante el 2017. El único dato que revela la emprendedora de su producto es la cera de abeja que le agrega a la resina de pino. “Me di cuenta que en esta industria nadie revela sus secretos. Y nosotros desde Yumba mantenemos también la confidencialidad”, explicó Esmeris.
“Después de mucho trabajo y estar conforme decidí lanzar Yumba al mercado, que es por el maestro Osvaldo Pugliese y porque es el hit de la década de los 40, de oro del tango y el florecimiento de la industria nacional, por lo que quería que todo eso converja y me interesaba mucho aparecer con esa marca”, reconstruyó Guillermina.
De Argentina al mundo
“La primera inversión la hizo mi mamá y con eso pude empezar y llegar al primer producto final terminado, pero después vi que había demanda en el país y empecé a soñar con exportar, por lo que me postulé al Fondo Semilla que es del Ministerio de Desarrollo Productivo″, comentó la joven bahiense.
“Es la resina que proviene del pino donde se le hace un proceso industrial, se separa lo sólido de lo líquido y en el caso de lo sólido queda como una piedra, que se llama colofonia y es lo que uso para mezclarlo con cera de abejas y otros ingredientes”, relató Esmoris.
La resina para los productos de Yumba llegan desde la cooperativa agroforestal de Ituzaingó, Corrientes, llamada Oberá. “Los árboles están en una zona rodeada de ríos que hace para mí que la materia prima sea muy especial”. Antes de elegir la materia prima, Guillermina probó resinas de todo el país hasta llegar al producto que le diera el mejor rendimiento.