Se le impusieron al condenado una serie de obligaciones que deberá cumplir durante tres años: fijar residencia, comunicar cualquier cambio y someterse al cuidado del Programa de inserción Social y Supervisión de presos y liberados de Salta; someterse a tratamiento psicológico previo informe de un profesional que acredite su necesidad y eficacia y presentar las constancias de su realización; prohibición de acercamiento a 200 metros de las damnificadas, de su grupo familiar, de su domicilio, de los lugares de trabajo y sitios que ellas frecuenten; prohibición de mantener contacto con ellas por cualquier medio.
La jueza dispuso que se le practique examen psicofísico al condenado y examen genético para su inscripción en el banco de datos correspondiente.
El imputado J. D. A. fue denunciado por la madre de las damnificadas. Relató que mantuvo una relación de noviazgo con el acusado durante cinco años sin tener hijos en común.
Radicó la denuncia en primer término en representación de su hija B. A. J., quien padece retraso madurativo. Manifestó que al momento de los hechos, la víctima tenía 19 años. Una noche, luego de regresar de festejar su cumpleaños en la calle Balcarce, la denunciante encontró a J. D. A. con su hija en la cocina. Él le dijo que se había levantado a tomar agua pero luego su hija le contó que el acusado la despertó, la llevó a la cocina y allí la tomó por la fuerza, le tocó los pechos y quiso quitarle la ropa. Ella se resistió y en ese momento llegó su mamá.
La joven B. A. J. contó que su hermana A. M. M. A. J. también había sido sometida a tocamientos por parte del imputado. Al prestar declaración, la segunda víctima ratificó los abusos. J. D. A. le advirtió que no contara nada porque, caso contrario, le iba a pasar algo malo a su mamá y a sus hermanos.
Nota: Se omitió el nombre completo de las personas involucradas para preservar la identidad de las víctimas y su derecho a la intimidad y confidencialidad.
