En las últimas semanas la cultura de la provincia se vio conmocionada tras conocerse que la reconocida figura del folclore, bailarina y directora del Ballet Salta, Marina Jiménez, fue acusada por su nieto de abusarlo sexualmente.
Para tener en cuenta la magnitud de la noticia, en el 2.020, durante lo peor de la pandemia, Marina y Hugo Jiménez fueron distinguidos por el gobierno de Gustavo Sáenz, con una plaqueta que los reconocía por “su vocación, su sentimiento y por haber llevado Salta al mundo” ¿Qué pasará con esa distinción ahora?
En ese momento, la ahora ex secretaria de Cultura, Sabrina Sansone expresó: “Quiero agradecerles profundamente su arte y aporte a nuestra cultura, desde mi lugar de funcionaria. Pero también como parte del pueblo y como bailarina y artista. Me siento bendecida de poder verlos bailar y brindarles este merecido homenaje”.
Reconocieron la trayectoria de Marina Jiménez
Tras la publicación del caso en Agenda/Salta, la noticia se viralizó rápidamente exponiendo a la bailarina, quién en el final de su carrera, es acusada de forzar un incesto y prolongarlo en el tiempo. Es importante remarcar, además, que Marina Tondini Jiménez, es una embajadora de la cultura nacional, y trabaja en la Secretaría de Cultura de Salta como asesora del Instituto de Música y Danza.
A pesar de las dificultades del caso y de lo difícil que es abordar esta situación -un hijo acusando a su propia madre de haber abusado de su hijo, el propio nieto de la mujer en cuestión-, Agenda/Salta dialogó con Aníbal, hijo de la denunciada y padre de la víctima, quien durante la nota decidió no nombrar a su madre por cuestiones legales.
Todavía con una sensación horrible por lo ocurrido, y herido emocionalmente, Aníbal eligió hablar en exclusivo con nuestro medio y durante dicha nota explicó: "Ninguna persona espera recibir la noticia de algo tan terrible, hecho por alguien de la misma familia y más que nada una mujer". El hombre habla de su propia madre y está visiblemente quebrado y enojado, no encuentra respuestas.
En la búsqueda de encontrar un motivo, una causante, Aníbal explica que lo estereotipado en el inconsciente social es creer que el abuso sexual se da siempre del hombre a la mujer -o a niños- y no como se dio en este caso: "Uno siempre que piensa en un abuso, piensa que se da de parte del hombre, hacia algún nene o nena, o alguna persona grande. En este caso es la abuela materna quien perpetro el abuso desde que mi hijo tenía 10 años, hasta los 17”, explica.
Con la voz quebrada y conmovido, el padre del joven denunciante contó como transitan el difícil momento en familia: "esto es una pesadilla para la familia. Aquí en la casa y por momentos estamos bien y por momentos estamos todos caídos. Me parece que no va a morir ese dolor nunca”, se lamenta. Y es que una situación de abuso es traumática a niveles no dimensionales. Pero cuando el abuso es perpetrado por un ser querido dentro del seno familiar, la cosa se vuelve oscura, densa. La situación se transforma en una fractura, un antes y un después, como la propia muerte.
Marina Jimenez reconocida en Cosquín 2.020
Los hechos
Durante el transcurso de la conversación, fue inevitable la pregunta sobre cómo y cuando se conoció el abuso, y el padre del adolescente abusado nos explicó que “en la actualidad mi hijo tiene 28 años y esto arrancó cuando mi hijo tenía 10 años, nosotros los dejábamos algunas veces en la casa de los abuelos para que se queden, cuando teníamos que salir o trabajar, nunca esperamos recibir esta noticia, y que se haya dado en reiteradas ocasiones".
Ordenando la información, Aníbal continúo el relato: “Yo estaba acomodando una ropa, mi hijo viene y me dice que se volvió a vivir a Buenos Aires porque en Salta había alguien quien lo había abusado sexualmente desde los 10 hasta los 17 años, cuando me dice eso me quedo asombrado, y luego me dice que es su abuela", en ese momento el mundo se le cayó al suelo: “de la forma que mi hijo lloraba, yo le creí, no era una actuación”, agregó.
Casi al borde de las lágrimas y con muchas horas de intentar digerir lo sucedido, el hijo de Marina Tondini Jiménez, expresó: “Era muy real lo que me contaba, era verídico y hasta el día de hoy no es que no lo creó, es que no lo entiendo. Mire por donde lo mire, no lo entiendo, no tengo palabras para describir la sensación que sentí en ese momento”.
La situación de abuso se dio, según la denuncia efectuaba en provincia de Buenos Aires (lugar de los hechos y en donde residen comúnmente todas las personas que conforman esta historia) cuando el hijo de Aníbal -y nieto de Marina Tondini Jiménez – tenía 10 años, prolongándose hasta los 17. El chico, casi once años después, vivió inquietudes hasta que un día se desahogó con un amigo, quien lo animó a hablar con sus padres y realizar la denuncia. La psiquis humana suele devolver todo en algún momento, inclusive los dolores más aberrantes, esos que intentamos por todos los medios olvidar y guardar bajo 7 llaves con la esperanza de no sufrir. El muchacho demoró 10 años en reunir valentía y denunciar a su abusadora, que además es su abuela. Al medio un padre que también es hijo. El choque era impostergable.
El momento de confrontar a su madre
Tras escuchar a su hijo, quien le confesaba que su abuela, la madre de Aníbal, había abusado de él durante años, el hombre entendió que el choque con su madre era impostergable, debería enfrentarla. Marina Jiménez es una persona fuerte, forjada en el ballet, una disciplina verticalista en donde las dudas y las debilidades son vistas como un error, un pecado. Nada sería fácil: "Habíamos quedado con mi hijo en que no íbamos a decir a nadie más, entre él y yo, pero él ya se lo había contado a otras personas que no eran familiares, sino que eran de su confianza".
En ese momento, explicó que la decisión junto a su hijo fue esperar el momento oportuno para pedir explicaciones: “Le dije no le contemos nada a tu mamá – su esposa- porque se va a poner mal, por lo menos ya te desahogaste, pero él no aguantó y se lo terminó contando”, asegura Aníbal. De ahí en adelante nada podría ser planificado, nada podría esperar. Aníbal tendría que confrontar a su propia madre.
Así, por motivos laborales, la denunciada finalmente visita Buenos Aires. Fue una semana después de conocerse denuncia, allí, Aníbal aprovechó la situación para interpelarla y tratar de entender por qué su madre hizo lo que hizo: "Ella llega a la casa de mi papá, la encaré y le dije 'yo ya sé todo' E.-tal la inicial del nombre de su hijo- me contó todo, y puso una cara de espantada, sorprendida que yo le iba a venir con la noticia esa, de que yo ya sabía”.
Sin embargo, además de la cara de sorpresa de la mujer (según palabras del hombre), lo peor fue la respuesta recibida por parte de la bailarina. Aníbal Jiménez confesó que su madre le antepuso una cruel excusa: “me lo quiso dibujar. Me lo aceptó. Como que ella estuvo una sola vez (con su nieto), quiso meter el pretexto que había tomado y que no sabe porque lo hizo, es un pretexto estúpido, de lo cual sé que en Salta está inventando otras historias".
En esta línea, le preguntamos por qué piensa que su madre está inventando supuestas historias, su respuesta fue contundente: "Sé que en Salta está inventando otras historias, a mí me dijo una cosa a otros les está contando otra historia. La gente no le cree, como hay gente que si le va a creer todos los días. Hay muchos que la siguen porque es una persona muy conocida dentro de la danza". El abuso, antes de hacerse carne, es de poder. Todo nace como una situación en la que una persona oprime a otra, la rebaja transformándola en mercancía. La hace suya, la transforma en una pertenencia. El abusador es hábil administrando poder, eso es lo que advierte y denuncia el propio hijo de Marina Jiménez.
Marina y Hugo Jiménez en pleno baile
La denuncia
Agenda/Salta tuvo acceso a la denuncia presentada por el hijo de Aníbal, donde la supuesta víctima expone ante la justicia los vejámenes a los que fue sometido por su abuela. La misma fue radicada el día 21 de julio en la comisaria N°3B, ubicada en calle Catamarca de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Dicha denuncia se encuentra siendo tramitada en el Juzgado Civil N°7 y está caratulada en un principio como Violencia Familiar.
En la denuncia el joven expresa que los abusos comenzaron en la casa/departamento ubicado en la intersección de las calles Pasteur y Viamonte, donde ellos se quedaban a su cuidado. Según expresó, su abuela durante la noche se metía en su habitación cuando todos dormían y lo sometía sexualmente, situación que se repitió en varias oportunidades a lo largo de casi 8 años.
El joven, entonces adolescente, explicó que no solo era obligado a tener relaciones sexuales durante las noches, si no que su abuela también lo buscaba durante el día. Es decir que la mujer aprovechaba cualquier oportunidad para someterlo. Todo bajo amenaza de que no podía contar nada de lo que ocurría. Situación que se extendió por un lapso de siete años, y que, además, sumó un hecho en unas vacaciones en Mar del Plata.
La justicia que no llega
Sobre el final de la entrevista, Aníbal explicó que no cree en la justicia y que es posible que la denuncia no prospere. El hombre también advirtió que la relación con su madre está quebrada para siempre: "Ya está todo dicho, para mí no existe más esa persona; cuando me lo contó mi hijo yo no lloré porque quedé shockeado, cuando hablamos con mi esposa tampoco lloré, cuando lo hablé con mi madre tampoco lloré. En terapia recién pude descargarme". El cielo y el infierno conviven en este mismo plano, se puede experimentar uno u otra en tan solo un abrir y cerrar de ojos. Nadie debe pasar por situaciones así. Nadie tiene el derecho a perpetrarlas.