Estaban temerosos, angustiados y ansiosos. En frente tenían a la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo que los esperaban para que declaren como testigos. Se trata de los cinco amigos de Brenda Uliarte y Fernando Sabag Montiel, los "copitos de nieve"(algodones de azúcar), un apodo que se ganaron porque vendían ese producto en la calle junto a los acusados del atentado.
Los jóvenes plantearon una estrategia conjunta: despegarse del ataque a la vicepresidente cometido hace casi una semana. Sus dichos junto con el relato de un explosivo mensaje de whatsapp complicaron, en alguna medida, a los dos imputados del expediente caratulado como tentativa de homicidio.
Sus dichos casi que fueron calcados. Breves al momento de realizar sus exposiciones, buscaron despegarse en todo momento de Fernando Sabag Montiel y de su pareja. Los jóvenes que habían aparecido en una entrevista en Telefé manifestando su temor por las amenazas que recibían -horas después del atentado a Cristina Kirchner- volvieron a mostrar su temor en sede judicial.
En declaración testimonial, en primer término, cuatro de ellos se refirieron a Brenda Uliarte. Con ella mantuvieron mayor contacto el último tiempo. "La vimos los últimos días", previos a su detención el domingo por la noche.
En ese contexto explicaron que decidieron dar una entrevista televisiva conjunta "porque teníamos miedo". A modo de resguardo ante los hechos que generaron una conmoción nacional, plantearon una primera versión.
Desde el día del atentado hasta el domingo a la tarde mantuvieron contacto con la joven de 23 años, pero cuando pasadas la medianoche comenzaron a circular las imágenes de la detención en la estación de Tren, se asustaron y temieron quedar implicados, le dijeron a la Justicia.
Por ese motivo decidieron presentarse primero en una dependencia policial para finalmente se trasladarlos a Comodoro Py donde declararon en el tercer piso del edificio.
El quinto de ellos se presentó en Comodoro Py después de la testimonial del grupo. Se trata -señalaron fuentes judiciales- de una persona que integra la nómina de empleados del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El dato es tenido en cuenta para determinar si efectivamente el grupo vive del microemprendimiento que les asignó el apodo público.
El conocimiento de este grupo de cinco sobre la cotidianidad de Brenda Uliarte es mayor. Prácticamente estaban todo el tiempo juntos. De hecho los jóvenes declararon que luego de pasar el fin de semana con ella, recibieron un mensaje via WhatsApp de una amiga en común donde les contaba que Brenda Uliarte decía estar orgullosa del ataque de Sabag Montiel.
La justicia rastrea esa conversación tras el pedido de peritaje del celular de la joven, a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). Los jóvenes contaron que "una amiga de Brenda recibió un mensaje que decía que ella estaba orgullosa de Montiel". Dieron a entender que el planteo también hacía referencia al ataque a la vicepresidenta.
Los cinco jóvenes que no llegan a los treinta años, y que prestaron declaración testimonial, negaron haber estado afuera de Uruguay y Juncal el jueves pasado. Sus dichos están siendo contrarrestados con el análisis que el juzgado realiza de un gran banco de imágenes obtenido a través de las cámaras privadas y públicas de la zona.
A estas alturas del avance del caso, los investigadores fortalecieron la tesis de que Fernando Sabag Montiel no actuó en soledad el jueves pasado cuando gatilló dos veces la pistola Bersa calibre 32. La tesis se fortaleció con el rol de Brenda Uliarte, imputada por su participación en el hecho de tentativa de homicidio.
La justicia, como contó Clarín, no descarta que la red de persona involucradas sea aún mayor y con más tareas desplegadas. Por ejemplo, se trabaja en la hipótesis de que la pareja habrías estado realizando tareas de inteligencia, de reconocimiento de la zona, el día anterior al ataque a la vice. Un primer rastreo de imágenes los situaría en el lugar con antelación al jueves.
Fernando Sabag Montiel posa con el arma con la que intentó disparara contra Cristina Kirchner.
Es el mismo trabajo que posibilitó identificar a Brenda en la esquina de Uruguay y Juncal, pese a que había dicho que no veía a Montiel hace dos días y que el jueves no había estado en el lugar. El martes por la noche declaró ante la justicia, que fue a "acompañarlo", calificó el hecho de "aberrante" y que de haber sabido lo que su pareja iba a hacer "no hubiera ido". Para entonces ya había tejido una amplia red de mentiras que desentrañaron los investigadores.
A esos dichos se sumó el mensaje de Fernando Sabag Montiel ante la jueza Capuchetti y el fiscal Rívolo el martes por la noche cuando se negó a declarar. Antes de retirarse del despacho pidió decir algo y allí expuso: "Brenda no tuvo nada que ver". Para la justicia las pruebas indican otra cosa.
Pero no todo se acotaría a ellos dos. Lo que se busca delimitar es si los cinco jóvenes están desvinculado del suceso, como relataron ante la jueza Capuchetti o si tuvieron algún grado de participación. Nada está descartado aún en Comodoro Py.
En función de esta tesis de que se podría estar ante una organización mayor, la justicia aguarda los informes de la PSA que perita el teléfono de Brenda Uliarte y de los cinco jóvenes. Estos últimos aportaron sus respectivos dispositivos electrónicos de manera voluntaria, mostrando que "no tenían nada que ver", como reiteraron.
Cuando el grupo que se identificaba en los medios como un microemprendimiento de algodones de azúcar, se refirió a Fernando Sabag Montiel sólo señalaron que hace días que no lo veían, que el contacto era con su pareja, la joven detenida desde el domingo.
No se imaginaba que Montiel sería capaz de empuñar el arma de fuego a centímetros de la cabeza de Cristina Kirchner. Dijeron estar sorprendidos por el hecho, pero la prioridad era despegarse. Volcar toda la responsabilidad sobre los únicos dos imputados.