Como si se tratara de una temporada de la serie Juego de Tronos, el protagonismo de los personajes en torno al negocio del narcotráfico en Salta crece o se apaga de acuerdo a la suerte que corren las organizaciones por luchas de poder o la incidencia de las investigaciones.
Ese sería el caso del comandante mayor retirado de Gendarmería Miguel Ángel Torres, de 52 años, y su hijo de 26, Miguel Emanuel Torres Ibba, quienes fueron arrestados días atrás junto a otras personas acusadas de integrar una banda que explotaba una ruta de tráfico de droga desde Orán a Mendoza. No se descarta que los cargamentos llegaran a Chile.
Como otros en la región, el apellido Torres es vinculado hace algunos años a las estructuras narco más pesadas que operan en la zona fronteriza del norte argentino. Incluso, ya estaban en la mira de la Justicia.
El más joven de ellos fue relacionado, en una investigación de 2018, a Diego “Carioca” Aquino, un ex boxeador que fue detenido en varias oportunidades y que aparecía como nexo, a su vez, del ex juez federal Raúl Reynoso, condenado por narcotráfico junto a Delfín Castedo, uno de los mayores proveedores de cocaína de la región.
Hace unos meses, “Carioca” declaró como testigo en el juicio por el homicidio del asesor político Darío Monges, un caso que salpicó al ex secretario de seguridad de Salta, Benjamín Cruz
De acuerdo a una fuente del caso, el hijo del comandante mayor “hacía las cobranzas” de la facción de la estructura liderada por Raúl ”Coya” Rojas, detenido en 2017. La banda pasó a ser dirigida por Cristian “Gringo” Palavecino, detenido en 2023 luego de permanecer 5 años prófugo.
Al parecer, en el último tiempo Torres Ibba logró escalar y “comenzó a mover la droga con la ayuda de su padre”, remarcó el informante, quien aseguró que el joven fue víctima, seis años atrás, de un ajuste de cuentas por la pérdida de un cargamento. “Perdió varios dientes por los golpes”, precisó.
Sin embargo, su nombre resonó cuando, durante el 2024, se conoció un video en el que “El Gringo” lo interrogaba con violencia, mientras lo amenazaba con un arma. Esa secuencia, de acuerdo a la investigación, desencadenó la venta de un inmueble para saldar la deuda con el capo.
A raíz de ese episodio, las miradas se posaron sobre el comandante mayor retirado. ¿Cómo había llegado su hijo a esa situación? Fuentes del caso indicaron que descubrieron que Torres se había camuflado en la fuerza de seguridad, como un camaleón, con la finalidad de aportar datos de controles e, incluso, facilitar el paso de la droga.
“Era considerado uno más del montón. No sobresalía porque era medio dormido. Incluso, había perdido su pistola hace 9 años, ahora sospechamos que la entregó a su hijo”, detallaron.
Torres, oriundo de Orán, pidió el retiro en la fuerza hace un año, luego de pasar por destacamentos en Zapala (Neuquén), Jáchal (San Juan) y Buenos Aires. Fue detenido a raíz de una investigación de tres meses en la que se recolectó evidencia para detenerlo.
Los investigadores lo ubican en el eslabón superior de la cadena: “Por su amplia experiencia, Torres tenía una función de liderazgo, pues era el que coordinaba las operaciones del tráfico, y siempre viajaba solo, en este caso, en un automóvil Fiat Argo, mientras que el resto de los integrantes de la organización, incluido su hijo (Torres Ibba), lo hacían de a dos o tres”.