Con mucho por perder y poco por ganar, Sergio Massa mostró pocos cambios en el planteo de su estrategia para el segundo debate presidencial. Eje de las críticas de parte del resto de los candidatos, mantuvo una agenda propositiva de cara al futuro; habló de propuestas; fue más punzante en las respuestas a los derechos a réplica, y tomó distancia del gobierno de Alberto Fernández.
Si bien cerca del ministro candidato mostraron algunas dudas respecto de su desempeño, luego de ser foco de nueve de los 20 derechos a réplica de sus contrincantes en el estrado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), destacaron que una vez más, pudo sortear, sin grandes lucimientos, temas complicados, como el escándalo Insaurralde o los efectos devastadores de la crisis económica. Insisten en que no haber perdido por knockout es positivo.
Críticas por la crisis económica y la inseguridad
Al igual que los otros cuatro candidatos presidenciales, Massa llegó a la Facultad de Derecho preparado y con el discurso muy ensayado. En su entorno sabían que esta vez iba a recibir más críticas y lo iban a poner en el foco de todos los cuestionamientos. Si bien esperaban un mejor desempeño y confiaban en que mostraría mayor solidez que el domingo anterior, no todos quedaron conformes.
Para los dos debates presidenciales, los objetivos que se había puesto Massa eran plantear una agenda propia, alejada de la gestión de gobierno actual; evitar caer en provocaciones, y mostrarse sólido y firme en las respuestas. Cerca del ministro creen que cumplió en los dos primeros puntos, pero que trastabilló algunas veces en el tercero.
A diferencia del primer debate, los cuatro candidatos lo eligieron para todas las críticas en materia económica y lo hicieron responsable de la crisis como titular del Palacio de Hacienda. En varias ocasiones quedó a mitad de camino cuando intentó contrastarlo.
Patricia Bullrich, que ya no necesitó como en el primer debate pelear por subirse al ring en el que estaban Javier Milei y Massa, desde adentro del cuadrilátero eligió al tigrense en tres ocasiones de derecho a réplica para polarizar, pero también este vez se sumaron Juan Schiaretti y Myriam Bregman. El mano a mano con el libertario fue menos duro de lo esperado.
Patricia Bullrich, que ya no necesitó como en el primer debate pelear por subirse al ring en el que estaban Javier Milei y Massa, desde adentro del cuadrilátero eligió al tigrense en tres ocasiones de derecho a réplica para polarizar, pero también este vez se sumaron Juan Schiaretti y Myriam Bregman. El mano a mano con el libertario fue menos duro de lo esperado.
Sin embargo, fue el único candidato que se dirigió permanentemente al público, que planteó propuestas concretas y que quiso introducir la agenda de género, que había quedado fuera en ambos debates, pero recibió el rechazo de Bullrich y Bregman.
Entre lo rescatable del tigrense está el hecho de que fue el último candidato en exponer su minuto de cierre en el debate y el que habla al final no tiene nadie que lo refute después.
Fuente: TN