Con 70 años cumplidos, Cristina Kirchner es la dirigente política que más cargos institucionales ocupó en los cuarenta años de la democracia. Fue diputada, senadora, convencional constituyente, dos veces jefe de Estado y ahora es Vicepresidente de la Nación. Sin embargo, a pocos meses de los comicios que ponen en jaque al Frente de Todos, no puede imponer su hoja de ruta al peronismo y aguarda una nueva ola de pronunciamientos judiciales que complicarán aún más su situación penal.
Cristina diseñó una estrategia política que carga una falla de origen: presumió que Alberto Fernández aceptaría sus órdenes y cedería su candidatura presidencial. Pero el jefe de Estado tiene otros planes y trabó la ejecución de un plan electoral que ya está condicionado por la situación económica y la inexistencia de una conspiración institucional montada por la Corte Suprema.
CFK sostiene que no será candidata porque la justicia federal dispondrá su proscripción para dañar al Frente de Todos. En esta inasible hipótesis, la vicepresidente explica que la Corte Suprema decidirá su inhabilitación para ejercer cargos públicos -proscripción en su argot- cuando inicie la campaña electoral y sea muy complejo designar a otro candidato peronista.
Desde esta perspectiva, los jueces Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda serían funcionales a la estrategia de la oposición y sellarían la suerte electoral del Frente de Todos. En la construcción sofista del kirchnerismo, se habría comprobado los lazos profundos y oscuros que vinculan al Poder Judicial con Juntos por el Cambio.
La vicepresidente conoce de memoria un fallo dictado por la Corte -con los votos de Lorenzetti, Rosatti, Rosenkrantz, Maqueda y Elena Highton de Nolasco- que benefició a Carlos Menem en 2017. En esa oportunidad, el fallecido ex presidente se presentaba como candidato a senador y ya había sido condenado por tráfico de armas.
La causa tenía fallo de la Sala I de la Cámara de Casación y la Cámara Nacional Electoral había aceptado la impugnación de Menem como candidato. Sin embargo, la Corte habilitó -de manera indirecta- su nominación porque la sentencia no estaba firme. El dirigente murió sin condena definitiva y en su cargo de senador representando a La Rioja.
CFK encaja en la Doctrina Menem establecida por esta Corte Suprema. Fue condenada en el caso Vialidad, y sus abogados tienen decidido llegar hasta el alto tribunal. Entonces: como no hay sentencia firme y el expediente será apelado a la Cámara de Casación y después -vía Recurso Extraordinario o Queja- podría llegar a la Corte, Cristina Kirchner tendría tiempo suficiente para ser candidata a Presidente en los comicios del 22 de octubre.
La presunta proscripción de la vicepresidenta, que el Frente de Todos usará como argumento de campaña electoral, es una cortina de humo. CFK observa escasas posibilidades de un triunfo en los comicios de octubre, y decidió dar un paso al costado. Ella asume que la situación económica y el consecuente mal humor social serán determinantes al momento de elegir al futuro presidente.
La declinación electoral de CFK activó la voluntad política de Alberto Fernández. El Presidente desea la reelección y llevará su sueño personal hasta el final. Cristina condena está actitud y exige al Frente de Todos que trabe las intenciones del jefe de Estado. Hasta ahora, se trata de una orden directa que no tuvo resultados en Balcarce 50.
Antes de asumir como jefe de Gabinete, Agustín Rossi se reunió con la vicepresidente. Fue un encuentro reservado que sirvió para cicatrizar una interna palaciega que protagonizaron en 2021. En ese momento, CFK aplicó su poder interno y Rossi renunció como ministro de Defensa.
El jefe de Gabinete milita el discurso de la proscripción de Cristina, pero defiende la eventual candidatura de Alberto Fernández. Rossi será una pieza clave en la maquinaria electoral del Frente de Todos y su protagonismo político opacará la agenda de Eduardo “Wado” de Pedro, que apalancado en el Ministerio del Interior trata de fortalecer sus propias aspiraciones presidenciales.
CFK no convenció a Rossi y tampoco pudo encolumnar a Sergio Massa. La vicepresidente y el jefe del Palacio de Hacienda se encontraron el viernes pasado -tras la reunión de la Mesa Nacional- y analizaron la actual situación económica y la posible estrategia electoral.
El ministro Massa, como Rossi dos días antes, consideró frente a Cristina que Alberto Fernández tiene derecho para soñar con su reelección y reiteró que su preocupación central es lograr que la inflación aplaque su marcha rampante.
La inflación complica los posibles planes electorales de Cristina Kirchner. Ella descarta a Alberto Fernández, pero no tiene un muleto que satisfaga su perspectiva de poder. CFK controla millones de votos y no quiere ser. Y busca un candidato que aproveche su caudal electoral y coloque al Frente de Todos en el balotaje.
Ese candidato -hoy- no existe en el peronismo: sólo Cristina -eventualmente- puede coronar ese objetivo político. Sin embargo, la vicepresidente está condicionada por las causas judiciales y su impacto en el electorado.
Es muy difícil explicar a la sociedad que sus sentencias en contra responden a una oscura conspiración tramada en los tribunales. Las pruebas en el expediente son más sólidas que la presunta existencia de una guerra que CFK estaría librando en los juzgados federales.
Y aún falta que se resuelva la viabilidad de las causas Los Sauces-Hotesur y el Memorándum de Entendimiento con Irán.
El Frente de Todos utilizará las redes sociales para festejar los 70 cumpleaños de Cristina y enfatizar que está proscripta por la justicia. El gobierno también se plegará a ese coordinado movimiento político, y Alberto Fernández tiene previsto hablar con ella antes que termine el día.
Siempre hay tregua, en los días festivos.