Antes presidente del directorio del Hospital Público Materno Infantil, el médico Federico Mangione lleva ya casi dos años al frente de la cartera de Salud de la provincia de Salta. Durante el fin de semana pasado, una lamentable noticia llegó desde el norte provincial: una beba moría tras padecer vómitos y diarrea. Inmediatamente los vecinos de Pichanal se movilizaron para manifestarse ante el hartazgo que produce la falta de un servicio público vital en un país con una presión impositiva de casi el 50%. Impuestos daneses con servicios nulos ¿entonces para qué?
Educación, seguridad y salud son patrimonio y potestad de las provincias, y en el caso de la atención médica pública la responsabilidad le cae al titular de dicha cartera. Federico Mangione, quien asumió en reemplazo del desgastado Dr. Juan José Esteban, tras una larga tarea de desgaste llevada en contra del ahora diputado provincial capitalino (en criollo, tras serrucharle el piso durante todo el 2022, como antes lo hiciera el ahora diputado con su antecesora), llegó como refresco finalizando la primera gestión Sáenz.
El cansancio del interior más el desgaste de la pandemia, eyectaron a Esteba, Mangione, así, llegaba como el regulador intermedio entre Medrano y el saliente. La promesa era de gestión y transparencia, con mirada al interior de la provincia. Hoy, y ya casi a dos años de iniciado su período, comienzan a notarse los remiendos de un tránsito orientado más hacia la búsqueda política que a los resultados en función de mejorar la apremiante situación de los hospitales del interior.
El San Vicente de Paul (hospital cabeza de departamento categoría 4), aliviado gracias a la acertada orden de Sáenz de arancelar la atención a extranjeros, continua en condiciones deplorables y con faltantes de personal e insumos.
Casualmente, a 28 kilómetros de allí sucedió la tragedia de Monserrat, la beba fallecida en Pichanal que, vaya a saber por que desacierto, no fue trasladada en tiempo y forma al propio San Vicente de Paul, en Orán.
Mangione, lento, prometía viajar durante el día de hoy a Pichanal (a 250 km de la capital salteña), junto a una comitiva, para “ponerse al tanto de lo sucedido”. El ministro, y ante la gravedad del caso, debería haberse apersonado el mismo domingo a la noche en el lugar. Al menos es lo que se espera en momentos en los que la población está cansada de “la política” y demanda soluciones inmediatas y respuestas ante los problemas y las tragedias. La paciencia se acabó.
Dos veces un mismo médico ¿Quién es el responsable?
Según trascendió en las últimas horas, uno de los médicos señalados como responsables de atender con nefastos resultados a la beba fallecida el domingo pasado ya había recibido sanciones y hasta había sido separado de su cargo en el año 2022. Así lo confirmó el propio gerente del hospital Edgardo Bouhid de Pichanal, Facundo Orozco. El gerente se encuentra en función desde hace apenas cinco meses.
Orozco confirmó que uno de los profesionales apartado e investigado como responsable por lo sucedido el domingo es el doctor Rey, quien fuera denunciado por la muerte de otra beba del barrio Mataderos. Este hecho ocurrió en el año 2022. Nadie responde hasta ahora porqué dicho profesional se encontraba trabajando en el nosocomio a pesar de la grave denuncia llevada adelante por la madre de la niña.
Ruth Rojas, madre de la beba fallecida en 2022, denunció que no recibió la atención correspondiente el día de su parto, motivo por el que la niña murió. Nunca recibió justicia. Ruth denunció que era el mismo médico que atendió a la niña Monserrat. Alguien autorizó que así sea, y ese sello le pertenece al propio ministerio de Salud.
Falta de profesionales
La falta de médicos es una constante que atraviesa las diferentes gestiones. No fue solucionada. Y los magros intentos fueron equivocados hasta ahora.
Poco o nulo incentivo desde el ministerio. Los médicos prefieren trabajar en capital, en donde ganan más y además pueden llevar un desarrollo productivo más fructífero de sus actividades en el sector privado.
Falta de iniciativa e incentivo para que los profesionales de la salud se instalen en el interior, inclusive en las principales capitales de departamento, algo que solo sucede porque hasta el momento no se pudo o no se quiso llevar adelante políticas de seducción adecuadas. O sea, no se llevaron adelante medidas. Dicho así, y aunque suene triste, pareciera que no se hizo nada.
Fin de ciclo
Finaliza un 2024 convulsionado por la política nacional. El cambio de presidencia corrió el punto de interés de los votantes a lo que sucede en el minuto a minuto del devenir nacional, la economía y un presidente que, a fuerza de anti política, continúa firme en su postura de modificar el funcionamiento del estado.
Así llega un fin de año que nos espabila con noticias locales plagadas de dolor y tristeza, y que expone sin metáforas lo que sirve y lo que no. Salta tiene varias deudas pendientes. Casualmente lo más urgente está relacionado con la salud, seguridad y la educación. De momento, solo se vieron frutos en este último ministerio. Las clases iniciaron, no hubo grandes paros y la cuestión edilicia es mejor que en años anteriores.
La llegada de Cristina Fiore le dio oxígeno al gabinete de Gustavo Sáenz, es hora de actuar y hacer lo propio con seguridad y educación, Mangione y Domínguez (ministro de Seguridad y que merece una nota aparte) parecen tener la batería baja y, ante estas situaciones es mejor pedirles que den un paso al costado. El pueblo salteño estará agradecido.