Mano dura, así definen el trato que se lleva a cabo desde la presidencia de la Cámara de Diputados de la provincia de Salta hacia los empleados que no pueden despedir ya que son funcionarios de carrera, y tienen cargo de Planta Permanente. Ellos son los únicos que ponen freno muchas a veces a las salvajadas que se cometen allí dentro. El caso más resonante de los últimos tiempos es el de la Dra. Liliana Hermosilla, quién gracias a sus batallas legales y temperamento, viene manteniendo más o menos a raya a quienes ella misma identificó como los “usurpadores”. El término, duro, figura en las presentaciones que realizó la letrada.
Otros no tienen la misma suerte o las mismas herramientas, y ante las amenazas, las persecuciones y las humillaciones, muerden el polvo y acatan las órdenes a la espera de vientos más justos y nuevos liderazgos. Dirigentes que lleguen con el fin de mejorar las cosas, y no de retrotraerlas. Paciencia y saliva, no queda otra.
El lugar (o como quien diría, el “No Lugar”), es una suerte de limbo. Allí, quienes no quisieron “transar” o firmar dictámenes que van en contra de la reglamentación y hasta de la propia Constitución Provincial, son enviados para recibir un poco de rigor, para ser domesticados. Sin limpieza, con goteras, mugre y polvo, la Biblioteca de la Legislatura es el sitio ideal para actuar de picasesos. Suena medieval y lo es.
Imposible de ser sumariados, puesto que en realidad dichos empleados actúan acorde a la ley, algo que ciertos individuos no comprenden, se los destina allí para que no estorben. Las enfermedades, alergias, y la presión psicológica son tales, que, a veces hasta los propios compañeros los ven de lejos, como si fueran leprosos. Los chimentos viajan rápido en la Cámara, y allí dentro, todos saben todo.
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Un poco de historia, contexto y algunas preguntas
En la ley N°8298, en la página 31, se puede leer en la clasificación institucional que la biblioteca de la legislatura es una partida separada de la Cámara de Diputados y de la Cámara de Senadores. Así, la biblioteca es de senadores y diputados, pero tiene un presupuesto independiente y autónomo que maneja solamente el presidente de la Cámara de Diputados, Esteban “Tutty” Amat, bajo la atenta mirada de su jefe, el secretario Administrativo del cuerpo, Gastón Galíndez. El destino de los fondos cuyo fin es el mantenimiento del lugar es un misterio: “no sabemos en qué, porque es un edificio que está casi en ruinas y donde no hay ningún tipo de actividades. Donde no asiste público”, informa una fuente de Agenda/Salta sobre el dinero manejado dentro del presupuesto, su destino y dadas las imágenes de los últimos dos años, el estado que presenta el lugar.
Pero es muy curioso que la biblioteca no figura, o sea, si se la busca, no existe como un sector dentro del organigrama de la Cámara de Diputados (Organigrama que no está publicado y no tiene ninguna publicidad, por lo que es una adivinanza saber quiénes son los jefes de esos sectores. Esta información, que debería ser pública, es vital para cualquier organismo o poder del estado. Pero en la Cámara de Diputados, y con la anuencia de quienes deberían controlar, sucede. “De hecho, todos los organigramas completos, con sus jefaturas, de los poderes ejecutivo y judicial, podés encontrarlos en sus páginas web debidamente publicados, pero Amat, Galíndez y compañía se encargaron de que en donde ellos reinan, no pase.
Pero seguimos con la biblioteca, al no ser un sector de la cámara de diputados –es un No Sector, un No Lugar- no tiene funciones ni objetivos. Y tampoco está en el manual de funciones y misiones de los empleados de la Cámara de Diputados. “Un No Lugar”, el limbo.
Así, el sitio es un “no ente” en el que se encuentran en la actualidad trabajando –con un no trabajo- 9 mujeres provenientes de distintos sectores, que al ser plantas permanentes no pueden ser despedidas, ni sumariadas, porque no existen causas para ello, pero que si se sancionan con la condena de ir al no sector de biblioteca.
Se la describe, y las imágenes son elocuentes, como el calabozo de diputados que además tiene como jefe de sector a un señor profesor que está jubilado, desconociéndose hasta la fecha cual es el instrumento por el cual se lo designó en tal cargo, ni el monto que percibe como sueldo. La misma historia en cada uno de los sectores. Los que tienen la batuta creen en la impunidad absoluta.
Así, y como lo recalcábamos, bajo kilos de polvo, mugre y hongos, los que decidieron no transar, no comprometer su buen nombre y firma detrás de los viles caprichos de una secta de cegados por una cucharada de efímero poder, pasan el tiempo. Cuando llueve se mojan, y colocan baldes y tarros por todos lados, intentando que el material no se siga corrompiendo, como sucede en esferas más altas. Allí penan, en el limbo, esperando que la cosa cambie, que la justicia actúe o que la impunidad finalice. Material hay de sobra, solo se requiere de un fiscal con determinación y amor a la ley, algo que pareciera faltar en estos últimos 3 años. El retroceso institucional del saenzcismo será estudiado algún día como lo que es, un fenómeno profundamente antidemocrático solo concentrado en la tenencia del poder, vaya uno a saber con que fines.