En un análisis de los recientes debates presidenciales en Argentina, el experto en oratoria y abogado docente, Franco Pisso, arrojó luz sobre la falta de autenticidad y emoción que caracterizó a los candidatos. En una charla con Agenda/Salta, Pisso señaló que la mayoría de los candidatos se limitaron a reproducir mensajes de los focus group, lo que resultó en una comunicación plana y carente de conexión con el público.
Pisso destacó que los debates carecieron de intensidad y profundidad, atribuyendo esta limitación al formato del evento, que no favorece el desarrollo detallado de propuestas. Según el experto, los candidatos, en su mayoría, se convirtieron en simples "deliveries" de información, sin mostrar verdadera convicción en sus palabras y gestos. Esta falta de autenticidad se reflejó en la monotonía de la voz y la ausencia de microexpresiones faciales, indicando que los candidatos estaban simplemente repitiendo lo que les indicaban los focus group. Puntualmente apuntó contra Massa.
En cuanto a Patricia Bullrich, Pisso mencionó que, aunque mostró cierta mejora respecto al primer debate, no logró transmitir una narrativa clara y coherente. Además, criticó la estrategia de obviar críticas y preguntas concretas, lo que contribuyó a la sensación de falta de conexión con los candidatos. Sobre Milei, señaló que la mesura le jugó a favor, y que al saberse ganador, pudo despegar una estrategia distinta.
Schiaretti, por otro lado, fue descrito como el candidato más consistente, manteniendo una actuación estable a lo largo de los debates. Sin embargo, Pisso señaló que Schiaretti no logró comprender completamente la dinámica del debate, lo que limitó su capacidad para dejar una impresión duradera en la audiencia.
En resumen, Pisso apuntó a que los debates presidenciales argentinos fueron caracterizados por una falta de autenticidad y emoción, lo que sugiere una desconexión entre los candidatos y el electorado. La estrategia de replicar mensajes de focus group ha llevado a una política "botoxizada", donde la verdadera pasión y convicción se pierden en el intento de agradar a todos los sectores. En última instancia, los debates no lograron generar esa conexión genuina que los ciudadanos esperan de sus líderes políticos.
