Con la pelea con la liga de gobernadores de Juntos por el Cambio de trasfondo, el presidente Javier Milei aterrizó este sábado en Washington para participar de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) luego de una semana de encuentros de alto nivel en Buenos Aires con el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y la subdirectora Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Gita Gopinath.
La nueva visita de Milei a Washington –ya había venido como presidente electo a fines del año anterior– será fugaz: estará el fin de semana, y regresará a Buenos Aires el domingo por la noche. Milei viajó junto a su hermana, Karina Milei; su futuro embajador en Washington, Gerardo Werthein, quien aún espera la aprobación de su placet en el Senado, y Santiago Oría, productor de contenidos audiovisuales del líder libertario.
La participación de Milei en CPAC ofrecerá una óptica nítida de un alineamiento político con la derecha global y Donald Trump, líder absoluto del Partido Republicano, y virtual rival del presidente Joe Biden en las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Pero Milei buscará trazar con su mensaje un equilibrio diplomático delicado y altamente riesgoso. La conferencia se ha convertido en un Trumpfest, cada vez más parecido a un acto de campaña del magnate que a un foro de discusión de ideas. Milei hablará ante un público altamente politizado desde uno de los escenarios más calientes del país, donde en los últimos días se han escuchado opiniones apocalítpicas sobre la coyuntura del país, las críticas más duras a Biden –hubo oradores que directamente pidieron su destitución– y a la “izquierda radical” en medio de la campaña presidencial. El discurso de Milei ocurrirá además un rato después de Trump, quien deshilachará al gobierno de Biden y a los demócratas. Milei comienza a construir su relación con la administración demócrata, con la que deberá trabajar, al menos, hasta principios del año próximo. Desde el oficialismo anticiparon que su mensaje evitará meterse en la campaña norteamericana, y será parecido al discurso que brindó en Davos.
“Él no se va a meter con la política de Estados Unidos, va a dar el modelo de discurso de Davos”, dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en una entrevista esta semana.
El Gobierno mantuvo un ida y vuelta previo a la definición del viaje con el embajador norteamericano, Marc Stanley, muy involucrado en los vínculos del nuevo gobierno con Washington. El viaje de Milei, quien ha participado antes a la conferencia, llegó luego de un muy positivo encuentro con Blinken en Buenos Aires que reforzó el vínculo con Estados Unidos y la administración demócrata. Blinken buscó bajar el tono del asunto al afirmar en Buenos Aires, ante una pregunta, “no hago política, hago política exterior”. Después, Blinken se deshizo en elogios sobre su tiempo en la Casa Rosada con Milei y su equipo: dijo que la reunión había sido “increíblemente positiva, productiva, detallada y de amplio alcance”, que sólo subrayó “un fuerte deseo y una fuerte intención de profundizar y fortalecer nuestra relación”, y fue “un muy buen augurio” del trabajo futuro.
“Todos debemos trabajar por objetivos comunes. Eso es lo que es realmente muy importante”, apuntó Mondino, ante otra pregunta sobre la compatibilidad entre Milei y Biden.
El viaje de Milei ocurre en un momento político crispado en la Argentina por la pelea política con los gobernadores de Juntos por el Cambio por la distribución de fondos. El gobernador de Chubut, Ignacio Torres, afirmó que a su provincia se la está “ahogando” financieramente, y reveló que el expresidente Mauricio Macri intentó bajar la tensión tendiendo un puente hacia el Ejecutivo, pero que fracasó.