“Es el mejor martes de mi vida”, dijo Chris Martin con el rostro sonriente y brilloso de transpiración, después de que su multitud le entregara todo en el coro de “A Sky Full Of Stars”. Y de algún modo resumió el sentir de casi todos los presentes en la noche de este 25 de octubre en la cancha de River, quienes disfrutaron de los hits, las lucecitas, los papelitos, los fuegos y toda la parafernalia ya característica de Coldplay, en la primera de las diez funciones que programó en su vuelta a la Argentina.
Con la hegemonía de la palabra, apela a los sentimientos de la masa para hacerla sentir parte de algo más grande, la moviliza y quiere generarle conciencia a través de una bajada de línea social, les dice lo que quieren escuchar fabricando verdades y promesas de cosas imposibles: son algunas de las características que se le suelen señalar a los líderes populistas. Y Chris las tiene. Definitivamente es un líder pop-ulista, con todo el estadio en un puño encantado por su carisma y sus canciones diseñadas para conmover, para construir empatía en un entorno gigante como este.
El inglés es muy de darle órdenes a su público: que se agachen para después saltar cuando explote el estribillo de “Adventure of a Lifetime”; que hagan pogo sobre un piso cinético y pedaleen en bicicletas fijas que generen electricidad que sirva para hacer funcionar sus equipos en los próximos shows; que quienes estén en el campo mirando hacia el escenario se den vuelta para saludar y cantarle en la cara los versos de “Yellow” a quienes están en la popular; que levantemos las manos para mandar amor y buenas vibras para que se resuelvan los males de este mundo; que todos vuelvan a entonar “A Sky Full Of Stars” pero con “más fuerza y nada de celulares ni nada electrónico por al menos una canción. Observemos la energía que hay alrededor”, tal como fue su pedido. Y sus seguidores obedecen felices.
“Es el mejor martes de mi vida”, dijo Chris Martin, cantante de Coldplay ante la multitud que asistió a River
Chris Martin, de frente a las luces de la multitud que fue a ver a Coldplay
Otro de sus típicos golpes de efecto fue el de estirar la coda de las canciones para sugerirle al público que la sigan coreando. En “Paradise” tiró el pie vocalizando la melodía pero muchos no la agarraron y no la repitieron, hasta que Martin susurró un “Para, para... Paradise” que se fue volviendo cada vez más grande.
En “The Scientist” aprovechó el valle para dejar un mensaje (“Buenos Aires es increíble. Es la casa de mi corazón, la casa de mi alma. Gracias por hacer el esfuerzo de estar aquí a pesar de todos los problemas del mundo, ahora: los problemas económicos, el narcotráfico, el covid, las guerras...”) y reiteró en falsete el “Nobody said it was easy” (”Nadie dijo que fuera fácil”) como para darnos consuelo entre todos.
Además de tener una bandera celeste y blanco flameándole todo el tiempo en la cintura, Chris volvió a complacer al público local con un elogio y una versión muy especial. “Tienen las mejores voces del mundo aquí en Argentina. Amo cantar para ustedes, pero más amo que ustedes canten para nosotros. Así que ahora van a cantar para nosotros”, pidió para anunciar el cover de “De música ligera”, indeleble clásico de Soda Stereo, que ya habían hecho en 2017 cuando tocaron en La Plata y que Martin interpretó para la gira Gracias Totales. “Gracias Zeta, Charly y Gustavo”, saludó a los Soda. “Perdona por mi español”, pidió luego.
Desde el vamos, el grupo te hace sentir parte: en la entrada te entregan una pulsera que luego activará su luz y sus colores de acuerdo al pulso de determinadas canciones, generando una coreografía humana y digital que otorga un marco inigualable. El concierto es inapelable desde su espectacularidad, la performance de un cantante correcto que no pifia nunca y una banda ductil y perfectamente sincronizada -la completan Jonny Buckland, Guy Berryman y Will Champion- para ir de lo más sutil a lo más grandilocuente, más una lista de temas que si bien recorre bastante del actual Music of the Spheres (”Infinity Sign” o “My Universe”, con los BTS en las pantallas), deja suficiente margen para las más conocidas. Pero como todo lo que es demasiado dulce, puede terminar empalagando.
Así y todo, dentro de su estricto guion, cada tanto sorprenden. Por ejemplo, cuando los cuatro abandonaron el escenario para ir a la punta de la pasarela y hacer “Viva la vida”, acaso la más ampulosa de todo su repertorio. Ahí, cualquiera esperaría que es el momento ideal para que activen el catálogo completo de sus chiches y vuele todo por el aire... Pero no, fue de lo más despojado en cuanto a escenografía, incluso con las luces blancas totalmente encendidas que revelaron la emoción del cantante por el feedback del público. “Maravilloso”, certificó.
También fue especial el dueto entre Martin y H.E.R., una de las dos teloneras; la otra fue la cordobesa Zoe Gotusso-. Con él desde el piano, entrelazaron sus voces en “Let Somebody Go” bajo una lluvia de luces azul tristeza y un avión en el aire que justo estaba aterrizando. La artista afroamericana lo remató con un conmovedor solo de guitarra: “La estrella más grande del mundo”, fue como la definió al despedirla.
Fuegos artificiales sobre el cielo de Nuñez para coronar el primer show de Coldplay
En la previa, el público se revelaba poco habituado a los recitales. En las redes sociales, muchos se preguntaban a qué hora real empezaría el show, cuando finalizaba, si había posibilidades de sentarse pese a haber sacado un acceso para el campo, si se vendían comidas y bebidas... Adentro de River eso se cristalizó en una muchedumbre muy familiar, emocionada pero medida, que no miraba con buenos ojos si alguien osaba adelantarse hacia el escenario, con algunos extranjeros extranjeros que viajaron especialmente.
Antes de la música, ausencia total de agite y de cantitos alusivos (salvo por un tímido “Ooohhh, oohhhhhh, ohhh”, motivo principal de “Viva la vida”). Era palpable el murmullo, similar al que resuena en el Monumental cuando las cosas no le salen bien a los jugadores locales. Incluso, en un momento las tribunas se entretuvieron haciendo la ola, gesto cada vez menos frecuente en un recital.
“Buenas noches, mi familia argentina”, saludó el cantante y desde ahí planteó una fiesta para todos. Lo que terminó de quedar claro sobre el filo de la noche, cuando aparecieron en un escenario instalado en el centro del campo trasero para estar cerca de los fans más rezagados, los que pudieron comprar las entradas más baratas. A ellos le regalaron dos canciones muy entrañables como “Sparks” e “In My Place”, esta última cantada por Will. “Nos gusta tocar acá porque es como estar en el cielo”, elogió una vez más Chris al regresar al tablado principal.
La retirada quedó signada por “Humankind” y “Biutyful”, dos más del último álbum y con las que reforzaron el carácter esférico del espectáculo que están presentado, proyectado desde unas pantallas circulares como el anillo del cancha de River. El abrazo final entre los cuatro, rodeados por el calor local, es una postal que se repetirá nueve veces más.