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Con la premisa de ¡Si tomó no maneje! cuánto se tarda el organismo en "estar limpio" para sentarse al volante

Dos expertos derriban mitos de las bebidas alcohólicas.

Con la premisa de ¡Si tomó no maneje! cuánto se tarda el organismo en "estar limpio" para sentarse al volante

El objetivo de la ley es concreto: que quien bebió, no maneje. Pero empiezan a aparecer grises y muchas dudas. ¿Cuánto es el tiempo previo a sentarse al volante en el que el conductor no debe haber ingerido alcohol? Al ser cero la tolerancia, ¿comer un bombón con licor puede disparar una alcoholemia positiva? ¿Hay alguna manera de estar “limpio” más rápido?

El metabolismo del alcohol

Cuando hablamos de los máximos permitidos (hasta ahora) de alcohol nos referimos a la llamada “unidad de bebida”. Como las bebidas tienen distinta graduación alcohólica, esa unidad difiere según qué estemos bebiendo. Algunos ejemplos: la cantidad de alcohol que tienen 350 cc (una lata) de cerveza (5% de alcohol) es equivalente a 150 cc de vino (entre 13% y 15%) y a 30 cc (un shot) de vodka (entre 38° y 45°).

 “Es el equivalente en cantidad de alcohol puro”, señala Guido Bergman, cardiólogo y especialista en adicciones que trabaja en prevención con familias y adolescentes. Por hora, el hígado metaboliza una unidad de medida en promedio. El 0,5 del límite actual corresponde a dos unidades de bebida consumidas en la última hora. ¿Qué pasa cuando se supera ese 0,5?

“Lo primero que se pierden son los reflejos. Pero el alcohol afecta el lóbulo frontal del cerebro y ahí está el juicio, entonces el alcohol te lleva a la toma de malas decisiones. Con poco alcohol creés que estás impecable, pero estás impecable para charlar con tus amigos, no para subirte a un auto”, advierte.

A mayor consumo, los efectos siguen: se pierde fuerza muscular, se altera la vigilia (la gente se queda dormida) y por último la respiración, “por eso el coma alcohólico es una emergencia”, aclara. Una persona se emborracha simplemente porque consume más alcohol del que su hígado puede procesar.

Marta Braschi es toxicóloga pediatra del Hospital Gutiérrez y forma parte del grupo de trabajo de Adicciones de la Sociedad Argentina de Pediatría. Elige una buena metáfora para explicar qué pasa en nuestro cuerpo cuando consumimos alcohol. Recuerda los “verdes enzolves” de una publicidad de jabón en polvo muy popular en los 80 para comparar con ellos las enzimas que tenemos y que hacen que nuestro hígado metabolice el alcohol. Cuando hay tanto alcohol que se saturan, no pueden seguir metabolizándolo.

Decíamos que los “verdes enzolves” del hígado metabolizan una unidad de medida por hora promedio. Y acá se abren un montón de asteriscos. “Depende del sexo, de la edad, de la raza, de si estás en ayunas o no, de si estás tomando alguna medicación, y también de cuestiones genéticas”, explica Braschi para definir que hay “acetiladores lentos o rápidos”.

“Hay algunas personas en las que estas enzimas trabajan muy bien y en otras son muy lentas. Las razas orientales tienen menos porcentaje de ellas y también su metabolismo es más lento”, sigue. Las mujeres también metabolizan más lento al igual que adolescentes y adultos mayores. Algunas medicaciones inhiben estas enzimas y el cannabis también hace más lento el metabolismo del alcohol.
Cuánto se tarda en estar “limpio”

Como se vio, cada persona es un universo (también en la metabolización del alcohol). Pero se puede tener una referencia de lo que se tarda en estar "limpio".

“En un hombre estándar, sin medicación y acetilador normal no oriental, una cerveza tarda unas dos horas en irse del cuerpo”, puntualiza Braschi. Con las equivalencias de las unidades de medida, ese mismo tiempo debe contabilizarse si se tomó una copa de vino o un chupito de un destilado.

Copas de vino.. Las diferentes bebidas tienen distintas graduaciones alcohólicas. Foto: Shutterstock.

Copas de vino.. Las diferentes bebidas tienen distintas graduaciones alcohólicas.

 Pero atención. En las cervezas artesanales, la graduación alcohólica puede dispararse. “Algunas pueden llegar hasta 20 grados”, advierte la toxicóloga.

Y también alerta por lo que podríamos llamar la trampa del gin tonic, por uno de los cocktails más de moda. Como la mayor parte es agua tónica, erróneamente se puede creer que es una bebida liviana. Pero el gin tonic clásico lleva entre 50 y 60 ml de gin, que tiene una graduación alcohólica de entre 35 y 47 grados. O sea, dos unidades de bebida. O sea, el doble de tiempo para “limpiarse”.

El agua, la comida y otros mitos

“La absorción es el proceso por el que pasa del tubo digestivo a la sangre. Esa absorción está regulada por la alimentación. Si tomás con la panza llena, la velocidad con la que entra al cuerpo es más lenta --explica Bergman--. Pero lo que vos comas no va a afectar al metabolismo. El alcohol que está en sangre va a pasar al hígado, que lo va a procesar y transformar en otra molécula que ya no tiene alcohol”.

La comida, entonces, va a influir en cómo nos “pega”, el alcohol, pero la bebida no se va a ir “antes” del cuerpo. Con el agua pasa algo similar. Muchas campañas de consumo responsable promueven beber agua, pero no porque “limpie” el organismo.

“El agua no influye ni en el metabolismo ni en la absorción. Pero es importante estar hidratado, porque si estás deshidratado el alcohol te pega más. Además, te sacás la sed con el agua, no con el alcohol. Tenés saciedad y no tomás rápido”, detalla el cardiólogo.

El azúcar y el café son otros mitos. “Me tomo un café” o “Me como algo dulce”, son frases que se usan habitualmente con la falsa creencia de que despejan el alcohol. “Sarasa”, es categórica Braschi. De vuelta, no inciden en el proceso de absorción.

El falso positivo

El riesgo del falso positivo es uno de los argumentos de quienes se oponen a las leyes de alcohol cero. Desde la ANSV aseguran que los equipos que se utilizan para los controles tienen –por resolución del INTI-- un máximo error permitido de 0.008 g/l . “O sea, nada. Cuando es 0, da 0. Y el 95% de los controles que se hacen dan 0”, enfatiza su director ejecutivo, Pablo Martínez Carignano.

En la ciudad de Buenos Aires, el límite seguirá siendo 0,5. Foto Archivo

En la provincia de Salta, el límite seguirá siendo 0. Foto Archivo

 Los médicos coinciden en que los equipos que se utilizan son confiables. Y el cardiólogo señala que en el control se pide respirar hondo porque el aire que se elimina es el que está en los pulmones, un indicador de ese alcohol ya metabolizado por nuestro hígado.

La toxicóloga retoma una excusa que hemos escuchado en alguno de esos videos de conductores que dan positivo: “Me comí un bombón de licor”. “He visto pacientes intoxicados con bombones de licor”, cuenta, y marca que una cosa es el 0,5 vigente hoy y otra es el cero liso y llano. Del mismo modo, ¿puede influir un postre con alcohol, como un helado de sambayón o un tiramisú? “El oporto tiene una graduación de 20%. Deberías comerte el equivalente a dos copas de 150 ml” para que hoy salte en una alcoholemia.

Braschi enfáticamente recomienda que quien sepa que va a tomar, se traslade con alguna de las apps de movilidad, “ahora hasta hay una que te lleva en moto”. “Lo que se está pidiendo no es tan grave. No te están prohibiendo tomar alcohol como si fuera Arabia. Lo que te dicen es que si conducís no lo hagas bajo los efectos del alcohol”, remarca.

Si igual se quiere beber alcohol en un almuerzo o cena, sugiere hacerlo en el inicio (“Si te tomás una botella de vino a lo largo de toda la comida, vas a tardar toda la comida”) y no descarta comprar un alcoholímetro personal. Bergman también cuenta que hay apps que estiman, cargando la ingesta que uno hizo, su tiempo de eliminación.

Y la Braschi cierra invitando a reflexionar sobre nuestros consumos, incluso a los que estamos convencidos de ser bebedores responsables: “No conozco a quien en una comida se tome solo una copa de vino. Sólo Favaloro, cuando era un señor mayor”.


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