Diciembre de 2016. Faltaba poco para graduarse del colegio como bachiller en Ciencias Sociales. Un día después de clase se tomó un micro hacia la Universidad Nacional de La Plata para anotarse en la facultad. Estaba entre Ingeniería Química e Ingeniería Aeronáutica, pero, como a cualquier adolescente, los miedos de cerrar una etapa y empezar una nueva no la dejaban terminar de definir. Sin embargo, no lo pensó demasiado y se dejó llevar por la intuición: había algo en ella que la hizo inclinarse por la segunda opción.
Luego de unos años, reemplazaron la carrera por Ingeniería Aeroespacial y ella apostó por este camino sin imaginar lo que le esperaba. “Sentía que era por ahí y no me arrepentí”, expresó Valentina Marletta, la joven de 23 años que el viernes rindió su último examen y se convirtió en la primera ingeniera aeroespacial del país.
Admitió que todavía no puede creer haber cumplido su objetivo: “No caigo, no tuve tiempo. No bajé a tierra todavía. Estaba muy enfocada en rendir”. “Cuando salí, fue una catarata de llantos. Estaba con los nervios previos a un examen, con mi familia que estaba afuera”, dijo y manifestó su alivio después de tantos años de estudio, esfuerzo y sacrificio.
Fueron sus compañeros quienes contaron que se trataba de la primera mujer en recibirse de la carrera, algo que no se había imaginado. Aunque ella se siente “una ingeniera más”, destacó poder abrir camino a otras personas: “Si alguna mujer pensaba que no podía lograr algo y esto ayuda a tomar la decisión de hacerlo, ese es el mensaje más valioso para dar”.
En ese sentido, recordó: “A lo largo de la carrera es inexplicable la cantidad de veces que lloré porque sentía que no podía, pero finalmente podés y vale la pena todo lo que aprendes”.
A la joven, la curiosidad acerca de cómo funcionan los aviones le surgió desde pequeña: “Tuve la oportunidad de viajar cuando era chica y me generó cierta fascinación e intriga. Yo creo que eso fue lo que me llevó a elegir la carrera”, relata y señala la posibilidad de contar con diferentes caminos profesionales a partir de la ingeniería. Aunque asegura que a la Valentina de diez años nunca hubiera imaginado llegar a cumplir el objetivo, no tiene dudas de que estaría orgullosa de sus logros.
Ahora sabe que viene una etapa diferente en su vida: “Salís de la secundaria y decís ‘¿qué estudio?’. Me recibí y empiezo a pensar en cuál va a ser mi próximo paso”.
Sueño próximo a cumplir: trabajar en la Fórmula 1
Durante la pandemia, Marletta vio mucho las competencias de Fórmula 1 y despertó una nueva pasión: “Me hizo sentir que las dos cosas, junto a lo que estudié, se podían combinar y trabajar en algún momento”.
“Es mi mayor sueño, sí. También sé que es difícil porque hay mucha competencia en ese ámbito, pero sé que estoy enfocada y eso es lo que me gusta. Todas las decisiones que tome de ahora en más serán para alcanzar eso”, afirmó.
Aunque no tiene claro exactamente qué es lo que hará en su futuro inmediato, sí sabe cuál es el camino. Es por ello que buscará experiencia en el rubro y, en ese contexto, habló con un egresado que trabajó en la Fórmula 1 y sembró ilusión: “Sé que es posible. Me contó que hizo un máster en el extranjero y llegó, así que seguiré ese camino”.
Además, destacó el rol de su familia que la acompañó e hizo mella en su forma de perseguir los sueños. “Soy la más chica de la familia. Tanto mis papás como mis hermanos estudiaron medicina y siempre los vi esforzarse. De ellos aprendí, todos me marcaron. Los veía trabajar, estudiar en algo complicado y extenso. Siempre uno aspira a seguir esos pasos, fueron mi ejemplo a seguir”.
Su motor es no perder nunca de vista la meta: “Querer llegar a algún lado es lo que me motiva. Tener ese sueño que te motoriza a ir por todo. Desde terminar el último examen a luchar por lo que quiero. Buscar la motivación en algo que sea lejano, a largo plazo, que te permita lograr pequeñas cosas. Eso te va a acercar a donde querés llegar”.