Llegó al gobierno de Salta como la gran promesa para solucionar los problemas de inseguridad de la provincia, post gestión Pulleiro, sin embargo, lejos de mejorar la ya candente situación delictiva en el norte de Argentina, el eterno funcionario judicial se paseó por cuanto barrio y localidad pudo y a esto lo atestiguan sus redes sociales. Hoy, gran parte de la provincia arde bajo el fuego de los incendios -algunos aparentemente provocados, otros no- a lo largo y ancho de la provincia de Salta.
Abel Cornejo tenía el diario del lunes, una situación similar se vivió a dos meses de su llegada al gabinete provincial. El parque provincial El Palmar ardía. Se perdieron allí miles de hectáreas, la famosa ayuda nacional prometida por el ministro (anunció en varios medios que había solicitado el envío de un avión hidrante) jamás llegó. A las especies protegidas del parque, y al propio ministro, lo salvaron las lluvias. No supo manejar la situación.
Tampoco supo manejar la situación delictual. La inseguridad aumenta en la provincia y los crímenes de carácter grave, relacionados al narcotráfico, comienzan a transformarse en una foto cotidiana de los medios salteños. Visitas a sicarios en cárceles por parte de supuestos operadores políticos, asesinatos brutales con claros mensajes mafiosos o hasta incluso cadáveres sin cabeza, los puntos más altos de su gestión al frente de la cartera de Seguridad y Justicia.
El gobernador de la provincia, Gustavo Sáenz, lo recibió con los brazos abiertos y creyó en su proyecto y en su currículum. Hoy, el primer mandatario provincial recorre las zonas afectadas por los descontrolados incendios intentando brindar apoyo a la tropa. Lo acompañan figuras ligadas a la secretaria de Seguridad, Frida Fonseca, pero Cornejo brilla por su ausencia.
El 6 de octubre pasado, fue el propio ministro quien anunció que renunciaría a su cargo para abocarse de lleno a la campaña política. Abel Cornejo se anotó hace rato como candidato a intendente de Salta capital. Hoy, a ya más de 30 días de este anuncio, el ministro no renunció, ni tampoco dio la cara en el norte provincial, en donde las llamas aterrorizan a los pobladores del segundo departamento mas poblado de la provincia. Cornejo no está ni en un lado ni en el otro, y su salida, bajo estas condiciones comienzan a transformarse en el fin de su imberbe carrera en la política. Tal vez debería haber permanecido como funcionario de Justicia. A pesar de no haber logrado demasiado en el poder judicial, allí estaba más a gusto, más protegido y menos expuesto.
En la historia quedará la imagen del ministro, jugando al futbol durante una caminata en un barrio mientras los cerros capitalinos ardían. En la historia quedará el crimen de Jimena Salas sin resolver, y quedando desierto tras el paso de media docena de fiscales por la causa bajo su propia responsabilidad. En la historia quedará un muerto con cinco disparos en el cráneo. En la historia quedará un cadáver sin la cabeza, una triste imagen que a la vez suena como metáfora del propio ministerio que dirige. Total acefalía en la cartera de Seguridad y Justicia. Los resultados están a la vista. La provincia arde, se la vea por el lado en que se la vea.