Al sumar los datos que surgen de cada distrito el resultado es un 50 por ciento superior a la cifra que aparece en el Boletín Epidemiológico que se conoció el último viernes.
La cuenta nacional arroja hasta ese corte -semana 13 del año- 14 muertes, mientras que si se toma en cuenta el saldo que da cada provincia el total trepa a 21. La marca se acerca a la de 2020, cuando ocurrió la mayor epidemia de dengue de la que se tenga registro y hubo 26 decesos.
El Boletín Epidemiológico informa 4 muertes en Santa Fe, 4 en Salta, 3 en Tucumán, una en Jujuy, una en Santiago del Estero y una en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, reportes locales -previos a la publicación del Boletín- ya arrojaban 5 muertes más distribuidas en Salta (3), Tucumán (1) y Córdoba (1).
A eso se agregaron, con posterioridad al cierre del relevamiento del Ministerio de Salud de la Nación, otras dos muertes en Tucumán (suman 6 en esa provincia, según detalló la cartera sanitaria local), con lo que las víctimas fatales en todo el país ahora llegarían a 21.
El Gobierno le viene dando escasa visibilidad a las muertes que provoca esta enfermedad. La gacetilla oficial, difundida el viernes por la noche -minutos después de publicado el Boletín-, y a modo de resumen focalizado exclusivamente en el dengue, directamente no incluye el dato de la cantidad de víctimas fatales.
El hecho de no difundir los casos mortales por dengue correctamente atenta, por un lado, contra la realidad; y por otro, contra el objetivo de que la población haga un mayor esfuerzo por combatir al mosquito Aedes aegypti, cuya reproducción es la clave para que la epidemia progrese.
La “displicencia” se refleja también en lo que el Estado podría hacer -o haber hecho- además de pedirle a la gente que evite acumular agua en recipientes. Por ejemplo, prever que cada tres años el dengue ataca de nuevo y, acorde con ese panorama, disponer de vacunas que reduzcan el número de casos graves.
Hay dos vacunas que mitigan las formas críticas de la infección y que actualmente no pueden ser aprovechadas en el país. Una fue aprobada por la ANMAT en junio de 2020, pero nunca se utilizó. No hay stock en Argentina. La otra espera hace 17 meses el visto bueno del ente regulador, trámite que ya superó en Europa y Brasil.
Mientras tanto, el dengue avanza. En las últimas horas se conoció la información de dos casos graves en Santa Fe: dos menores de 6 meses y 7 años que se encuentran internados en terapia intensiva. La cantidad de internados por dengue en todo el país no se conoce. Hay datos dispersos: por ejemplo, 482 en Salta.
En la Ciudad de Buenos Aires, donde el último informe arroja más de 3.429 casos confirmados, la cantidad de internados fue creciendo semana a semana, aunque en la última hubo una merma. El pico ocurrió en la semana 12, cuando 40 pacientes fueron hospitalizados. En la semana 13 fueron 27. El total en el año suma 116, de los cuales 6 requirieron cuidados intensivos.
Los barrios con mayor cantidad de casos acumulados son Mataderos (783), Parque Avellaneda (387), Palermo (265), Villa del Parque (224), Villa Lugano (224) y Flores (194). Sin embargo, en la tasa de infectados cada 100 mil habitantes, Flores y Palermo se ubican en el puesto 13° y 14° por el mayor tamaño de sus poblaciones.
Otro dato que difiere entre el reporte nacional y los provinciales es el de los serotipos de dengue detectados en el país durante la actual epidemia: según el Ministerio de Salud sólo circulan el DEN-1 y DEN-2, mientras que algunos informes locales dan cuenta también del DEN-3.
La variedad de serotipos circulantes es importante en función de las chances que puede tener una persona ya infectada de dengue, una primera vez, de cursar la enfermedad de manera grave al quedar expuesta al virus en una segunda oportunidad, con una cepa diferente, dado que esa condición aumenta el riesgo.
