La pandemia por COVID-19 lleva más de dos años entre nosotros y la información que actualmente conocemos no es lo misma que aquella con la que nos enfrentamos al principio. Los contagios, la vacunación y diversos estudios científicos han puesto sobre la mesa de manera casi obligada los síntomas y las secuelas que deja la infección. Entonces, cuáles son las diferencias entre los dolores de cabeza impulsados por el SARS-CoV-2 y los que surgen de otras patologías. Y, lo que para algunos es lo más importante, cómo tratarlos.
Hoy en día tenemos más datos al alcance para saber si estamos padeciendo un cuadro por SARS-CoV-2. Sin embargo, aún persisten dudas sobre los dolores de cabeza, que también suelen presentarse en otras patologías como la migraña o la meningitis. Por lo tanto, resulta esencial identificar y diferenciar este síntoma para tener certezas y actuar en consecuencia.
La cefalea -una denominación técnica que reciben estos dolores localizados en las meninges, unas membranas que cubren el cerebro- puede estar relacionada a cualquier clase de molestia: existen cerca de 150 tipos diferentes. De todas formas, los especialistas las dividen en dos categorías principales, que son: las secundarias y las primarias.
Las cefaleas primarias se manifiestan en la mayoría de los casos y tienen criterios específicos y definidos; mientras que las secundarias pueden darse como consecuencia de otras enfermedades que afectan no sólo a la cabeza sino también a otras partes de nuestro organismo. La médica infectóloga Elena Obieta (MN 76.451) explicó: “El dolor de cabeza siempre es un síntoma subjetivo, aunque el que se da por el COVID-19 es similar al de cualquier cuadro gripal o respiratorio: duele detrás de los ojos y se siente pesadez en la frente. Eso está vinculado con el aumento de la temperatura corporal. No tiene nada que ver con el dolor de cabeza de, por ejemplo, una meningitis, que no se va con nada y que se acompaña de vómitos porque tiene otras causas”.
En segundo término, Obieta indicó que, en general, “la cefalea del coronavirus se maneja tranquilamente con paracetamol”, a diferencia de otras patologías en las que es más complejo combatir el dolor. “Otro ejemplo distinto es el de la migraña típica, que está precedida por lo que se llaman auras: sentir un olor raro o tener náuseas. En general el paciente que es migrañoso sabe que lo está padeciendo”, dijo la profesional.
Otro caso común, pero diferente es el referido a los dolores de cabeza debido a la exposición a las pantallas o a la mala posición al usar la computadora: la molestia es intensa y está acompañada por una sensación de pesadez en la región de los ojos.
En palabras de Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga (MN 81701) y expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA), “entre las cefaleas secundarias, se encuentra la que se asocia a la infección por el SARS-CoV-2. En estos pacientes, la cefalea es muy intensa y se agrava con los movimientos de la cabeza ante la presencia de estímulos físicos o químicos (ruidos, luces, olores)”.
“Puede impedir el sueño, es opresiva o pulsátil y suele localizarse en la región temporoparietal (las sienes), en la parte de la frente o periorbital (alrededor de los ojos). La cefalea aparece solo en la fase activa de la enfermedad, se calcula que está presente en el 6,5% al 38% de los pacientes con COVID, y en muchos casos es el síntoma inicial de la infección”, había indicado la experta.
Al tiempo que agregó: “Esta cefalea también puede estar acompañada por otros síntomas otorrinolaringológicos como dolor en los dientes superiores, bloqueo nasal, presión facial y secreción nasal de tipo purulenta importante, además de descarga posnasal y tos”.
Si bien en algunos casos puede ser simple de tratar y de paliar, esta molestia puede estar relacionada al COVID persistente o Long COVID. ¿Cómo? En 2022, un trabajo realizado por el Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología registró que el 20% de los pacientes que sufrió dolor de cabeza en la fase aguda del SARS-CoV-2 desarrolló una cefalea crónica que persistió hasta dos meses después de la infección. Estos expertos también hallaron que si el dolor persiste por treinta días, hay un 50% de posibilidades de que lo haga por al menos nueve meses más.
“Observamos que, en los casos en que el dolor de cabeza persiste después de 2 meses, es bastante probable que permanezca presente a lo largo del tiempo. Estamos convencidos de que si se aborda correctamente este síntoma desde el inicio, se evitarán muchos de los problemas posteriores. Actualmente no existen terapias específicas: la mayoría de los médicos tratan el dolor de cabeza post coronavirus basándose en la similitud de los síntomas con otras cefaleas primarias”, indicaron los autores del estudio.
En el mismo sentido, otro trabajo científico reciente del Medical College of Georgia, en Estados Unidos, publicó que la fatiga y el dolor de cabeza fueron los síntomas que más se registraron en los casos de Long Covid, llegando a persistir por más de cuatro meses en promedio.
María Teresa Goicochea, jefa del Servicio de Cefaleas del Fleni en Argentina, había destacado que los recientes estudios advierten que “las personas que tienen dolor de cabeza durante la fase aguda del COVID-19 pueden estar en mayor riesgo de desarrollar cefaleas persistentes después de la recuperación. Ese riesgo debería ser tenido en cuenta por los pacientes y por la comunidad médica para que el tratamiento del dolor de cabeza después de la infección puede ser ofrecido de manera oportuna”.