Después de haber perdido 300 de sus hombres, el 12 de agosto de 1806 el invasor William Beresford se vio obligado a rendirse.
Ese mismo día, el joven Martín Miguel de Güemes, de 21 años, llegó a Buenos Aires, acompañando a Juan Manuel Marín, después de haber galopado por 30 horas. Venían de La Candelaria, un paraje situado a 79 leguas (395 kilómetros).
Güemes llegó por la tarde, cuando las acciones de la Reconquista ya se habían iniciado, pero justo a tiempo para ser protagonista de un hecho inédito en la historia militar: al frente de una carga de caballería, se habría lanzado a las aguas del Río de la Plata y tomado el Justine, un buque mercante del enemigo artillado con 26 cañones.
Representación de la primera invasión inglesa de 1806.
El hecho es mencionado por el capitán inglés Alejandro Gillespie, hecho prisionero, en sus memorias Gleanings and remarks. Allí apuntó: “El día de nuestra rendición, este barco ofrece un fenómeno en los acontecimientos militares, el haber sido abordado y tomado por caballería al terminar el 12 de agosto de 1806, a causa de una bajante súbita del río”.
La hazaña de Güemes
Lo que el capitán inglés no mencionó fue el nombre de Güemes como autor de aquella rara hazaña: un buque de guerra de Su Majestad, tomado por una tropa de gauchos a caballo, y también evita mencionar que obtuvieron como trofeo su bandera de guerra.
El Justine estaba tripulado por expertos oficiales y más 100 marineros de la escuadra inglesa, que habían estado disparando sobre tropas de Liniers y también sobre algunos puntos clave de la ciudad, hasta que una repentina bajante del río había dejado al buque varado a unos 400 metros de la Plaza de Toros en el Retiro (hoy Plaza San Martín).
Martín Miguel de Güemes. Retrato que se reprodujo en un libro en su homenaje, editado en 1885 por Ángel Justiniano Carranza.
Cuando Liniers se entera de esta situación, le encomienda a Güemes que vaya hasta el Retiro con una orden para Juan Martín de Pueyrredón: presentarse en la playa y aproximarse al barco encallado con su tropa de caballería, conformada por unos 40 a 60 gauchos.
El tradicionalista argentino Pastor Servando Obligado publicó en el diario La Razón del 12 de agosto de 1920 un artículo, Güemes en Buenos Aires, en el que escribe que Liniers le indicó a Güemes:
“Usted, que siempre anda bien montado; galope por la orilla de la Alameda, que ha de encontrar a Pueyrredón, acampado a la altura de la batería Abascal, y comuníquele orden de avanzar soldados de caballería por la playa, hasta la mayor aproximación de aquel barco, que resta cortado de la escuadra en fuga...”
En 1809, su heroica actuación en la Reconquista y Defensa de Buenos Aires le mereció a Güemes ser premiado por el Rey de España.
La orden sólo era de aproximarse al buque, sin referencia a su abordaje.
Armados con lanzas, boleadoras, facones, sables y algunas tercerolas, Güemes y sus jinetes salieron a galope tendido por la playa y cargaron contra un buque de guerra de la marina más poderosa del mundo en esa época.
Dice Pastor: “Con el agua al encuentro de sus caballos, rompían el fuego las tercerolas, cuando asomó el jefe (inglés), haciendo señas con un pañuelo blanco desde el alcázar de popa, rindiéndose”.
Una vez que tomaron el Justine, se apropiaron de la bandera británica, que fue puesta al servicio del capitán Liniers y llevada al templo de Santo Domingo (hoy se conserva en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires).
En 1809, su heroica actuación en la Reconquista y Defensa de Buenos Aires le mereció a Güemes ser premiado por el Rey de España, Fernando VII, con un pequeño escudo de paño y seda bordado, y también le valió ser ascendido a Alférez graduado, y luego a teniente de Milicias de Granaderos del Virrey Liniers. (1)
Citas: 1. “Estudios Históricos sobre la Revolución Argentina, Belgrano y Güemes”, Edic. 1864, pág. 85, en http://www.portaldesalta.gov.ar/justina11.html
E.M.