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10 años de Francisco

Por qué Jorge Bergoglio eligió el nombre de papa Francisco

Su nombre buscaba reflejar la influencia de los jesuitas en su vida personal y religiosa.

Por qué Jorge Bergoglio eligió el nombre de papa Francisco

"¿Quo nomine vis vocari?" ("¿Con qué nombre querés ser llamado?"). Eso le preguntó el cardenal Giovanni Battista Re al argentino Jorge Mario Bergoglio. El flamante pontífice respondió "vocabor Franciscus" (Me llamaré Francisco). Así surgió, hace exactamente 10 años, el nombre del papa Francisco.

El cardenal protodiácono, el francés Jean Louis Tauran, había anunciado a la ciudad de Roma y al mundo que el nuevo pontífice era el cardenal argentino, el primer latinoamericano que llegó al trono de San Pedro y también el primer jesuita.

El nombre adoptado por el sucesor de Benedicto XVI no sólo significaba una preferencia, también podía ser una "indicación" de cómo sería su pontificado. El nombre de Francisco reflejaba la influencia de los jesuitas en su vida personal y religiosa de Bergoglio, un jesuita austero que llevó una vida discreta y cultivó el bajo perfil.

Arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina, Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en el seno de una familia modesta, hijo de un trabajador ferroviario de origen piamontés y de un ama de casa.

Jorge Bergoglio, en su época de docente.

Jorge Bergoglio, en su época de docente.

Egresado de la escuela secundaria como técnico químico, al cumplir 22 años se unió a la Compañía de Jesús, fundada por Ignacio de Loyola, donde estudió Humanidades y obtuvo una licenciatura en Filosofía.

Aunque no se formó bajo la orden de los franciscanos, Bergoglio pudo elegir el nombre de Francisco de Asís, el hijo de un rico comerciante que decidió servir a Dios y vivir bajo la más estricta pobreza y observancia de los Evangelios. La opción por los pobres era la única para este santo italiano.

Otra posibilidad es que hubiera elegido ese nombre por Francisco Javier, un religioso y misionero de la Compañía de Jesús y estrecho colaborador de su fundador que se destacó por sus misiones en el oriente de Asia y en Japón. Recibió el nombre de Apóstol de las Indias. Bergoglio conoció muy bien su legado. En el barrio de Flores, donde creció, pasó muchos domingos de su vida en la Iglesia de Santa Francisca Javiera Cabrini, una santa que siguió los pasos de su tocayo del siglo XVI.

En la lista de los nombres de los Pontífices faltaban hasta ahora, precisamente, Francisco, José, Santiago, Andrés y Lucas, entre otros.

Une elección que es similar a aquella del primer Papa, San Pedro, cuyo nombre de bautismo era Simón.

La costumbre de cambiar el nombre, explicó la radio del Vaticano, se adoptó a partir del año 1.000 para recordar que la elección para el sillón de Pedro es como un segundo nacimiento. El nombre más utilizado entonces es Juan, elegido por primera vez en 523 por San Juan I, Papa y mártir.

El alemán Joseph Ratzinger eligió como nombre Benedicto XVI en memoria de Benedicto XV, "un valiente y auténtico profeta de la paz ante el drama de la primera mundial", según confesó el 27 de abril de 2005.

"He querido al ser elegido Obispo de Roma y Pastor Universal de la Iglesia llamarme Benedicto XVI, para unirme idealmente al venerado Pontífice Benedicto XV, que guió a la Iglesia en un período difícil a causa del primer conflicto mundial", dijo.

Albino Luciani, que sólo gobernó la Iglesia durante 33 días, eligió llamarse Juan Pablo I en honor de sus predecesores Juan XXIII y Pablo VI, a los que admiraba.

Karol Wojtyla adoptó los dos nombres -la segunda vez que un papa tomaba un nombre doble- en homenaje a Juan Pablo I, a Juan XXIII y a Pablo VI.

Esa admiración por sus tres predecesores llevó a Juan Pablo II a ser enterrado bajo tierra, como Pablo VI, en el mismo lugar donde estuvo sepultado Juan XXIII y frente al sarcófago del "papa de la sonrisa", como se conoció a Luciani.

A lo largo de la historia de la Iglesia los Papas no siempre cambiaron de nombre. Hasta el año 532 todos los sucesores de San Pedro usaron sus nombres de pila y así encontramos a San Lino, San Anacleto, San Evaristo, San Alejandro, San Telesforo o San Igino.

Además del nombre se sabía de dónde procedían (Lino de Tuscia, Anacleto romano, Evaristo el griego, Telesforo el griego, Iginio el griego, entre otros).

Pero el 31 de diciembre del año 532 fue elegido papa Mercurio el romano. Mercurio era nombre pagano, por lo que el nuevo pontífice cambió de nombre y se llamó Juan II, en honor de su predecesor Juan I, un mártir de la Tuscia (zona del norte de Roma) que reinó en la Iglesia desde el 13 de agosto de 523 al 18 de mayo de 526.

Juan II fue papa hasta el 8 de mayo de 535 y a partir de ese momento muchos de sus sucesores le imitaron y comenzaron a cambiar el nombre de pila por el de apóstoles, mártires u otros papas.

Hasta ahora, el nombre más repetido ha sido Juan. El último que lo usó fue el cardenal italiano Angelo Roncalli, que decidió llamarse Juan XXIII (1958-1963).

Cuando Roncalli, que fue beatificado por Juan Pablo II, eligió el nombre de Juan, los cardenales le recordaron que sería Juan XXIII, como un antipapa, a lo que él dijo que no tenía miedo a ser confundido con un usurpador de la cátedra de San Pedro.

"Me llamaré Juan, un nombre dulce y al mismo tiempo solemne", dijo el llamado Papa Bueno, cuyo corto pontificado fue muy prolífico. Escribió ocho encíclicas, entre las que destacaron "Mater et Magistra" y "Pacem in Terris".

Le siguen Benedicto XVI, tomado por el alemán Joseph Ratzinger (2005-2013), Gregorio XVI (el italiano Bartolomé Alberto Capellari, 1831-1846); Benedicto XV (Giacomo della Chiesa, 1914-1922); Clemente XIV (Giovanni Ganganelli, 1769-1774), León XIII (Vincenzo Gioacchino Pecci, 1878-1903), Inocencio XIII (Michelangelo Conti, 1721-1724) y Pío XII (Eugenio Pacelli, 1939-1958).

No importa su nacionalidad ni procedencia, los Papas -parece claro- no se llamarán Pedro. Ninguno de sus 265 sucesores se atrevió a ponerse el nombre del apóstol.


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