Mientras la ciudad de Salta comenzaba a oscurecerse, un sonido tan inesperado como estremecedor atravesó el corazón del centro: la histórica sirena de El Milagro volvió a sonar. Fue en la tarde del lunes, tras conocerse la noticia del fallecimiento del Papa Francisco. Cientos de salteños que caminaban por la plaza 9 de Julio y sus alrededores quedaron paralizados, muchos se persignaron y otros, conmovidos, comprendieron inmediatamente que algo trascendental había ocurrido.
El lúgubre ulular de la sirena no es un sonido común. Solo se activa en hechos que marcan la historia local, nacional o mundial. Y este, sin dudas, fue uno de ellos.
La sirena de El Tribuno forma parte del imaginario colectivo de los salteños desde hace más de 75 años. Aunque suele escucharse durante la Fiesta del Milagro, también ha sido testigo y anunciadora de eventos de enorme peso simbólico e histórico. Uno de los antecedentes más recientes había sido en 2020, durante el anuncio del inicio de la pandemia por COVID-19, cuando su llamado marcó el comienzo del aislamiento obligatorio en todo el país.
Su primera activación fuera de las fechas religiosas se remonta al 26 de julio de 1952, con la muerte de Eva Duarte de Perón. Desde entonces, la sirena ha sonado en momentos claves: el fallecimiento del Papa Pío XII en 1958, la creación de la Universidad Nacional de Salta en 1972, el regreso de Perón en 1972, la guerra de Malvinas en 1982, y la visita del Papa Juan Pablo II en 1987.
En la memoria reciente, también se recuerda su sonido en las madrugadas del bicentenario del paso a la inmortalidad del General Martín Miguel de Güemes en 2021, y en tono festivo, cuando Argentina ganó las copas del mundo en 1978, 1986 y 2022.
El fallecimiento del Papa Francisco -primer pontífice argentino y figura histórica de la Iglesia- volvió a activar este símbolo sonoro que conecta a los salteños con los momentos más trascendentales. Desde lo alto de la redacción de El Tribuno, la sirena se convirtió una vez más en el mensaje silencioso pero potente de que la historia estaba cambiando.
Salta despidió al Santo Padre con el sonido de una tradición que habla desde las entrañas del pueblo. Una vez más, la sirena de la ciudad le dio voz al sentimiento colectivo de una comunidad atravesada por la fe, la memoria y la emoción.