El jueves 22 de septiembre la noticia había impactado en todos los medios a primera hora: Marcelo "Teto" Medina era detenido en su casa, en la Ciudad de Buenos Aires, en el marco de una investigación por “asociación ilícita, reducción a la servidumbre y trabajos forzados”. Según trascendió, el conductor se presentaba como el “operador socioterapéutico” de un centro de rehabilitación especializado en adicciones en Berazategui, llamado La Razón de Vivir, donde se presume que empleaba su fama y perfil mediático para captar víctimas para dicha organización.
Siete días más tarde , el juez Adrián Villagra ordenó la excarcelación del ex VideoMatch bajo caución juratoria. Y este lunes Medina rompió el silencio en una entrevista. “Creo que todavía no caí.... Pasa que si vos rompés algo y te retan por eso, está bien. Pero cuando cuando no entendés por dónde viene y qué es lo que pasa, te asustás”, comenzó expresando. Y continuó, sobre su detención: “Cuando llegaron a mi casa, entraron seis o siete personas. El trato fue bueno pero no sabes por qué. Y cuando me cuentan y me nombran este lugar, no entendía absolutamente nada”.
El Teto explicó cómo llegó a La razón de vivir. “Hace unos años muere mi papá y caigo en una depresión grave. Yo siempre fui un tipo alegre, tomaba jugo y era deportista, pero a los 48 años entré en el mundo de las drogas. Y me encuentro que no sabía qué hacer con mi vida... La droga te lleva a un lugar donde no te importa nada, donde sos una basura y no te querés. Y además, pasa que hay que dejar el ego de lado y pedir ayuda”. En ese sentido, detalló: “Tuve la valentía de hablar con mi hija y decirle que estaba mal, que hiciera algo porque no podía conmigo. Había tenido dos o tres episodios personales de estar tirado en la cama y decir si matarse era esto, yo lo hacía”.
Casi sin pausas en su relato, Medina detalló cuál fue su puerta de ingreso a las drogas. “Conocí a una persona que estaba charlando y me dice: ´Pintó ahí´. Mi cabeza estaba destruida, porque esto es una cuestión de autoestima, digo: ´Voy a quedar como un idiota´, y entré. Tomé cocaína y sos Superman, es algo muy engañoso. Caminé diez pasos y me caí adentro de un pozo lleno de caca. Pude salir y ahora estoy parado en la puerta del pozo y les digo que se desvíen. Yo por las drogas perdí todo, no tengo ni auto”.
“Hay un montón de chicos que están internados, que si salen y no tienen contención, mañana van a tu casa y hacen desastres. Pero no porque sean malas personas, sino porque ellos mismos no pueden con ellos. Llega un punto que la droga te lleva a detestarte, te odiás. Necesitás plata para comprar consumo, es lo único que te importa. La gente se droga porque no puede más con su vida”, analizó.
“Cuando termino mi tratamiento de internación, empiezo a ir a grupos y juntarme con gente en rehabilitación. Ahí aparece el Teto Medina, la tele me salvó la vida. Porque cuando entro en los grupos, decían: ´Estoy internado con el Teto´. Y llego a coordinador de grupo, empiezo a sentir que necesitaba vivir en recuperación. Y vivo feliz”.
Acto seguido, contó que empezó a compartir su experiencia con otras personas. “Tenía dos opciones: vivo escondido y negando, o le explico a estos pibes que hay que ir para adelante y no tener vergüenza. Desde la vergüenza, el chico no se recupera”. “Empecé a armar grupos en muchas comunidades y con esos videos, visibilizo”, explicó.
“Las madres del dolor están cansadas de ir al Congreso para que se haga una ley específica de adicciones. El adicto no es un delincuente, es un enfermo. No es fácil salir de una adicción, pero menos es fácil es desde la oscuridad, por eso quiero visibilizarlo”, resaltó Medina. Y sostuvo: “El tema de las adicciones nos incumbe a todos”.
Al ser consultado sobre su imputación, aclaró: “Me llama la atención que si eso hubiera pasado, yo hablaba con los chicos aparte. Yo a ese lugar iba los martes a las 11 de la mañana y a las 17 estaba en mi casa. Explicame qué puedo saber yo si iba nada más que seis horas por semana. Pero lo que le dije al fiscal es: ¿por qué ningún chico me lo vino a contar? Nunca vi nada, ni una fábrica de nada, lo desconozco y ningún chico me lo vino a plantear”. Y detalló, sobre las condiciones edilicias del lugar: “Yo las habitaciones nunca las vi. Almorzaba con los chicos, comían bien. No se querían ir”. En ese sentido admitió que cobraba un porcentaje por cada chico que se internaba: “Sí, 2500 pesos. Estamos hablando de seis chicos en un año. Yo desconozco cómo es la incorporación”. “Dudo de lo que se está diciendo, es más, los denunciantes hablan bien de mí, uno me adora”.
“La gente sigue confiando en mí, más que nunca, porque saben que amo lo que hago. Los pibes estaban en la puerta de la comisaría, las madres desesperadas...hay madres que me dicen que no abandone a su hijo. Yo a estos pibes los contengo”, describió.