La denuncia presentada por la familia de una monja del convento San Bernardo de Salta contra la priora por presunta privación ilegítima de la libertad –no la dejaba retirarse, junto a una compañera, pese a sus problemas de salud– fue archivada por la Justicia.
Sin embargo, las religiosas pidieron que se levanten las restricciones contra el arzobispo salteño Mario Cargnello (denunciado por supuesta violencia de género y económica por las religiosas del Carmelo) para poder hablar con él. Fueron convocadas a declarar por la jueza que entiende en esa causa y terminó apuntando contra autoridades del Carmelo.
El 22 de diciembre pasado, la hermana de una monja enferma que quería salir del convento San Bernardo para acompañar a otra de más edad y con cáncer denunció a las autoridades porque la mujer venía insistiendo en que quería abandonar el lugar, pero no se lo permitían y le fueron dificultando los contactos con la familia. Ese mismo día hubo un allanamiento parcial, ya que finalmente se abrieron las puertas del convento y las dos religiosas salieron.
El fiscal Ramiro Ramos Osorio explicó que la causa se archivó porque las dos monjas señalaron que no querían irse sin tener la dispensa episcopal, el permiso: “Técnicamente, si querían irse, podían hacerlo pero podían ser sancionadas. Terminaron yéndose y recibieron la dispensa”.
Desde el Arzobispado indicaron que nunca habían recibido el pedido y que, cuando le llegó, Cargnello otorgó la dispensa “sin tener contacto personal ni telefónico” con las monjas. Es que sobre el arzobispo siguen las restricciones de acercamiento a las religiosas que lo denunciaron en abril pasado por supuesta violencia de género y económica.
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Imágenes de la Virgen del Cerro frente al convento San Bernardo, en Salta - Javier Corbalan
La base de los problemas es el vínculo entre el Carmelo y la Virgen del Cerro, una devoción no reconocida por la Iglesia, que nació de las videncias marianas que dice tener María Livia Galliano.
En enero, en medio de la feria judicial, las dos monjas se presentaron ante el Juzgado de Feria y pidieron el levantamiento de esas medidas contra Cargnello. No les tomaron declaración y el tema pasó a la jueza de Violencia de Género, María Carolina Cáceres Moreno, quien entiende en la denuncia original. La magistrada las citó a declarar pero se presentó solo una, ya que la otra no está en condiciones de hacerlo por su salud resquebrajada.
Acompañada de la abogada Florencia López y de la hermana de la religiosa enferma, GDO (iniciales del nombre real de la mujer) habló y fue interrogada sobre diferentes aspectos de la relación entre el Arzobispo y las monjas del Carmelo.
Por ejemplo, se refirió al hecho que originó la denuncia de las monjas y que se remonta a una situación tensa que se vivió hace un año, después de la muerte de la hermana María del Carmen. Aseguró que “llegó enojado” porque creía que le habían ocultado información sobre el fallecimiento.
“Demostró su enojo a través de palabras, eufórico. Primero estuvo hablando tranquilo, se enojó cuando el padre [Lucio] Ajaya le advierte que lo estaban filmando con una cámara debajo del escapulario”, describió.
Admitió que ella no estaba en el lugar sino en una galería. “[Ajaya] quiere tomar la cámara, el arzobispo intenta también recuperar la cámara y golpea en el brazo a la priora”. Para ella no fue violencia sino como un impulso. “Ninguna de las dos cosas fue correcta, ni que se lo filme ni la actitud del monseñor”.
A una pregunta de la jueza, contó que desde agosto del 2014, cuando murió la priora María de los Ángeles, comenzó “a haber influencia de personas ajenas al claustro, del matrimonio Obeid. Desde entonces se comenzó con esto de grabar, hasta entonces se vivió en un ambiente de confianza”. Obeid es el apellido de Carlos, el esposo de María Livia Galliano, quien es síndico del convento.
La monja, en su declaración, sostuvo que sufrió “violencia” por parte de la priora María Inés de Jesús Hostia y de quien la sucedió. Menciona, por ejemplo, que le “prohibían que las hermanas le hablaran” casi por tres años y que, hasta la muerte de la priora María de los Ángeles, ella era tornera y la pasaron a hacer las hostias, lo que no le “hacía bien” ya que es “alérgica al vapor”. Comenta que debía “hacerse ‘puff’ constantes”.
También sostiene que le “prohibieron ir a la huerta, ir a determinados patios”, solo a ella y que le que decían que era “por la salvación de su alma”. En un momento la jueza le pregunta “si puede equiparar el actuar de la priora María Inés al actuar de monseñor Cargnello” y ella responde que “no” porque con la primera vivía y no con el arzobispo.
La Virgen del Cerro
La monja, en su declaración, dio cuenta de que Galliano visitó el convento –el Vaticano en un documento había advertido, sin mencionarla, que no debía haber gente de afuera del Carmelo– y que, incluso, hacía comentarios sobre las elecciones de las prioras. Lo planteó así: “Si no votaban a la madre ya no iban a estar en la obra de la madre, porque esa era la madre que la virgen había elegido, que se iban a condenar... que las sacaría de la obra. que la madre era la elegida de la Virgen…”.
También recordó que el “12 o 13 diciembre del 2022″ la comunidad se reunió con Galliano para que le contara sobre la fiesta de la Virgen y que, en ese encuentro, aseguró que “la hermana que se fuera con el Obispo, debía saber que el Obispo y su entorno “eran una mafia”.
La religiosa agregó que la priora hizo la denuncia de supuesta violencia de género y económica “por influencia” de Galliano “ya que el día que firmaron el acta notarial de denuncia” la mujer “estaba presente junto al contador Carlos Obeid, y el escribano Federico Alurralde”.
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Ya lleva un año el conflicto entre la Iglesia salteña y el convento San Bernardo - Javier Corbalan
La monja sostuvo que ella cree en la Virgen del Cerro, “que se manifestó a María Livia, pero por las actitudes actuales de María Livia cree que se perdió la gracia de la Virgen, porque no cree que la Virgen haría lo que se está haciendo actualmente, por ejemplo, mandar a poner grabadoras por todos lados. Ella cree en la obra, en lo espiritual, por las gracias recibidas”.
Incluso planteó que la monja con la que salieron del convento decidió hacerlo porque “le habían prohibido que el médico de cabecera” la siguiera atendiendo. Aclaró también que “dejó de ser médico” del San Bernardo por “una acusación que le hicieron por opinar que el convento no está como antes, lo que llego a oídos de María Livia y de esta a la priora, quien luego decidió que no fuera médico del convento”.
En ese tramo del relato, contó que ese día, 12 de diciembre, ella pidió permiso para acompañarla al Hospital Materno Infantil y que la priora telefoneó a Cargnello quien les dio el permiso y les indicó que debían realizar cartas para la dispensa. Terminada esa comunicación, sostuvo que la priora le pidió que avise al Arzobispo que desistía del pedido. Ante su negativa, la superiora “llamó” a Galliano para “consultar qué hacer”. Terminó dándole un papel con lo que debía repetirle a Cargnello, lo que ella hizo para no entorpecer el tratamiento de su colega. “Ahí fue cuando decidí decir basta y le pedí a mi hermana que se asorara con un canónico”, resumió.
Fuente La Nación