La alguna vez todopoderosa televisión de aire entró, oficialmente, en sus días finales como principal fuente de entretenimiento audiovisual. En los Estados Unidos, por primera vez, la combinación aire-cable quedó por debajo del 50% del acceso al entretenimiento hogareño. La mayor parte de los usuarios audiovisuales prefieren el streaming y otros medios en lugar de los canales tradicionales. Era cuestión de tiempo a que esto sucediese, pero no deja de ser sorprendente.
Todos los meses, la consultara Nielsen analiza el acceso audiovisual y los segmenta por tipo de plataforma (aire, cable, streaming, otros como DVD, videogames o servicios musicales). En "streaming", es importante aclarar, se incluyen sitios como YouTube y no sólo las plataformas pagas como Netflix. Sumados el cable y el aire en el pasado julio, sólo alcanzaron el 49,6% del acceso. Únicamente 20% para el aire y el resto, para el cable. Mientras que el acceso a plataformas solo creció al 38,7%. El resto quedó en 11,6%.
Las consecuencias son evidentes: cada vez cuesta más vender stock publicitario. Los segundos "sobran" y además han bajado de precio. Esto, además, genera un problema a la hora de plantear con qué presupuestos cuentan las televisoras para producir contenidos. De paso, es evidente que a esta crisis de espectadores (que es irreversible, porque los porcentajes caen desde hace años de modo constante) hay que sumar las consecuencias de los paros de guionistas y actores, que llevan a las emisoras a repetir material previamente estrenado sin que se sepa cuándo habrá material nuevo.
Pero, paradójicamente, el universo publicitario podría encontrar otro camino. En efecto: como se sabe, casi todos los operadores de streaming están tratando de encontrar la manera de llegar a números negros y recaudar de tal modo que Wall Street vuelva a confiar en ellos. Y una de las respuestas es incorporar servicios sostenidos por publicidad. Si a esto sumamos el crecimiento de canales FAST (que es lo mismo que la TV lineal sólo que vía web y segmentado por interés) lo que se ve es menos una caída de la televisión sino una mutación hacia un modelo de televisión más flexible y centrado en la web.
Pero eso no soluciona el problema del costo de los contenidos, que entraron en una espiral gracias a la enorme competencia de las diferentes plataformas. Por ahora, en ese campo, los bolsillos más grandes los tiene el streaming. Pero cada vez ese dinero rinde menos y el gasto hasta no hace mucho indiscriminado se ha convertido en un búmeran. Ya no hay nuevos suscriptores para seducir. La pregunta es si la TV de aire y el cable "rebotarán" ante este panorama o su ocaso ya es un hecho irreversible.