El dormitorio es una de las habitaciones más importantes de cualquier hogar. Es ese espacio íntimo al que vas a descansar, en donde podés desconectarte de todo y que te invita a relajarte. O al menos así debería ser.
Sin embargo, muchas veces transmite lo opuesto: si está desordenado, si no tiene una buena distribución, si los colores que elegiste para decorar te estimulan en vez de tranquilizarte o si abundan los aparatos electrónicos.
La cama es la protagonista indiscutida del dormitorio, y su ubicación es esencial. Lo ideal es que esté apoyada contra una pared y no se ubique frente a una ventana. Además, si seguís los preceptos del Feng Shui, podés agregar un cabecero que aporte estabilidad.
Otro aspecto fundamental es no mezclar trabajo con descanso. ¿Hacés home office? Tratá de que tu oficina no comparta espacio con el dormitorio, para que el estrés, las preocupaciones y las tareas pendientes no irrumpan en la atmósfera del lugar.
En consonancia con el punto anterior, es mejor desterrar los aparatos electrónicos de este ambiente. El televisor, la computadora y muy especialmente el celular provocan estímulos constantes e interfieren con el descanso.
Por otro lado, en cuanto a los materiales, los más adecuados para muebles y accesorios son los que provienen de la naturaleza, como la madera, la cerámica, la piedra y las fibras naturales. Lo mismo aplica para los textiles: nada mejor que el lino y el algodón.
Los colores que inducen al relax, en tanto, son los tonos suaves y relajantes. El blanco, los neutros y la gama de los tierra son los más recomendables, y también los azules o verdes, que transmiten paz. Esta regla vale tanto para paredes como para muebles y complementos.
Por último, hay algunos aspectos a cuidar que son extensibles al resto de la casa: priorizar la iluminación cálida, mantener el orden y ventilar la habitación todos los días.