El pasado lunes, Netflix realizó una gran presentación de Hecho en Argentina, el anuncio de los contenidos realizados en nuestro país que se sumarán a su grilla global. Los dos más importantes fueron El Eternauta, serie ya rodada sobre la célebre historieta de H.G. Oesterheld y Francisco Solano López dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín -se verá a principios de 2025-, y la serie animada Mafalda, realizada por Juan José Campanella (la primera temporada tendrá 10 episodios).
Los nombres son gigantescos, las marcas, también. A esos anuncios se sumaron los de producciones de Adrián Suar (Envidiosa, bajo dirección de Gabriel Medina, con Griselda Siciliani), el regreso del propio Suar como actor en la coproducción con España No puedo vivir sin ti (el próximo 16 de agosto), sobre un hombre obsesionado con su celular, el documental sobre Ángel Di María (en septiembre) y la producción de Daniel Burman El hombre que amaba los platos voladores, sobre el mítifco periodista José de Zer, con Leonardo Sbaraglia (hacia fin de año), más dos filmes con Natalia Oreiro, entre otras.
Hay dos puntos importantes en estos anuncios que muestran lo que va a suceder con el audiovisual no sólo en la Argentina, sino de modo global. El primero: este año, más de la mitad de las producciones de la firma se realizan fuera de los Estados Unidos, lo que implica una internacionalización tanto de formas como de marcas (en algún punto, esto eleva también lo que podemos llamar "marca país"). La oportunidad para las plataformas fuera de los EE.UU., últimamente golpeados por los nuevos convenios sindicales, es enorme.
El segundo, la adquisición de IP, propiedades intelectuales. No es casualidad que aparezcan El Eternauta y Mafalda: la historieta (lo saben los estudios que han hecho billones con los superhéroes) han creado una iconografía que, en el mejor de los casos, es global. La Argentina, con una larguísima producción en el medio gráfico, lo ha logrado especialmente con estos dos nombres, reproducidos y reeditados en todo el mundo. No es necesario "instalar" la marca Eternauta o la marca Mafalda: en cualquier lugar del planeta se sabe qué implican. Netflix, que pasó de ser un medio de distribución a un gran estudio, sigue así con una estrategia que parece acertada: dejar de pensar (como sucede en los EE.UU.) sólo en el mercado norteamericano, tanto para producir como para generar contenidos. Una ventana importante y un cambio de paradigma en la producción nacional.