Todavía no volvió, pero ya está dando que hablar más que muchos programas de los que sí están al aire. Se sabe que Gran hermano es un fenómeno internacional -de hecho es un formato holandés- que suele agitar la televisión del país en el que se presente, pero este año en la Argentina se convirtió en un caso aparte. Es que la décima edición, que terminó a fines de marzo pasado, calentó la pantalla como ningún otro en esta época alicaída de la TV abierta: fue lo más visto del 2002/2023.
Por eso, el mismo día de la final que consagró al salteño Marcos Ginocchio como ganador, se anunció la apertura de inscripciones para la temporada que arrancará a mediados de diciembre, por Telefe.
Y no sólo fue un boom en los primeros meses del casting virtual -la gente debía subir un video a YouTube y completar un formulario con datos requeridos por la producción-, sino que ahora, cerca del regreso, la cifra de 100 mil inscriptos creció en tres semanas a 120 mil. Al mismo tiempo, ya arrancaron los casting presenciales, en los que se empieza a definir quiénes tienen chances de traspasar el umbral de "la casa más famosa".
Como para tomar dimensión de este crecimiento descomunal, para la última edición de habían anotado 10 mil postulantes. El participante de mayor edad era Walter Santiago, que entró con 60 años, para apagar las 61 velitas en el encierro.
Más conocido como Alfa -si dudas, el personaje más televisivo de esa camada-, debe haber demostrado que para ser parte del reality no hay límite de edad. Y que el límite, sí, puede llegar a ser la tolerancia ante una convivencia obligada y monitoreada las 24 horas, aún en la intimidad de una ducha.
