El 23 de mayo del 2012, la Guardia Civil encontró un cadáver descuartizado en varios bolsos y valijas al costado de una ruta en el municipio de Cotia, en San Pablo, Brasil. En ese momento, los investigadores revelaron que se trataba de un hombre con rasgos asiáticos y la prensa brasilera lo calificaba como “un crimen macabro”.
Más de una semana después, identificaron a la víctima como Marcos Kitano, un empresario millonario que estaba desaparecido. Poco tiempo más tarde, su esposa confesó que lo había matado de un tiro en la cabeza durante una pelea porque había descubierto que le era infiel.
“Me gustaba mucho estar a su lado”, expresó la autora del crimen, en una entrevista inédita con Eliza Capai, la documentalista brasilera que dirigió una miniserie para Netflix que resume el caso, Elize Matsunaga: érase una vez un crimen. En dichos testimonios, la acusada que fue sentenciada a 19 años, contó los detalles del horror que conmocionó a todo un país.
Un amor que nació del engaño y que terminó en traición
Marcos Kitano nació en San Pablo, Brasil, y tenía ascendencia japonesa. En 1960, sus abuelos fundaron la empresa de alimentos “Yoki” y él heredó la responsabilidad de dirigirla cuando terminó de estudiar administración de empresas en la universidad.
En el 2004, Kitano navegaba en un sitio web de citas, a pesar de que ya estaba casado. Allí, conoció a Elize Matsunaga, una mujer que ofrecía sus servicios como trabajadora sexual, y se contactó con ella. Con el pasar del tiempo -y los encuentros- comenzaron una relación amorosa a escondidas durante cinco años.
Finalmente, el empresario brasilero-japonés terminó divorciándose de su primera esposa recién en el 2009, cuando decidió casarse con Elize y vivir juntos.
Todo marchó bien hasta mediados del año siguiente, cuando ella empezó a sospechar que él la engañaba. Pese a ello, unos meses más tarde, dejó esa inseguridad atrás cuando nació su primera hija.
Elize había crecido en Chopinzinho, una localidad del estado de Paraná, donde fue criada por su madre. Al cumplir los 18, se mudó a Curitiba para trabajar como enfermera, pero, un tiempo después, comenzó a ejercer la prostitución en San Pablo.
En los años siguientes, la desconfianza de Matsunaga renació y la vida del matrimonio se convirtió en una pesadilla, donde los desencuentros y las peleas ya formaban parte de una rutina agotadora.
A mediados de mayo del 2012, la mujer contrató a un detective privado para espiar a su marido mientras ella realizaba un viaje a su ciudad natal. El mismo día que ella se fue, Marcos cenó en un lujoso restaurante con su amante y pasó la noche con ella en el hotel Mercure, ubicado en Vila Olímpia, uno de los barrios más prestigiosos de la ciudad.
El agente encubierto logró capturar algunas imágenes de dicho encuentro secreto y se lo informó a Elize, quien cambió su vuelo de regreso al 19 de mayo de 2012, el día en el que ocurrió el crimen.
Un desenlace escalofriante
Ese sábado por la tarde, Kitano fue al aeropuerto de San Pablo con su hija de un año para recibir a su mujer. Una vez que llegaron a su casa, alrededor de las 19:30 horas, Marcos bajó de su departamento a buscar una pizza que habían pedido para cenar. Sin prevenirlo, las imágenes que captaron las cámaras de seguridad serían las últimas que obtendrían de él con vida.
En cuanto subió con la comida, Elize estaba lista para acusarlo de su infidelidad con las pruebas que había conseguido. En esa discusión, ambos se insultaron y Marcos llegó a golpearla, amenazándola de quitarle la custodia de la bebé.
De un momento a otro, la violencia escaló y ella tomó un arma de la colección de proyectiles que ambos adoraban. En el pasado, habían asistido a clases de instrucción de tiro y se habían convertido en expertos en caza. En ese momento, Marcos se puso más violento, por lo que Elize le disparó en la cabeza y el hombre murió en el acto.
Para no levantar sospechas, la mujer pensó en cómo se iba a deshacer del cuerpo y, al tener conocimientos en enfermería, decidió descuartizarlo. Para esto, esperó a que la sangre coagulara para poder desmembrar las partes con una mayor facilidad. Así fue cómo, después de dejar pasar el tiempo adecuado, cortó a su víctima en seis partes: la cabeza, el torso, los brazos y las piernas.
Luego, juntó los restos y los colocó en diferentes bolsas de basura para formar unos “paquetes” que guardó en el interior de valijas y mochilas de viaje. De esta manera, podía salir del edificio sin que nadie le hiciera preguntas de más.
En la mañana siguiente, Elize salió del departamento con la idea de salir del estado y deshacerse del cuerpo de Marcos en Paraná. Incluso, en el medio del viaje, la pararon unos policías para realizar un control de tránsito, pero no llegaron a descubrir nada que resultara sospechoso.
A pesar de haber seguido el camino, Matsunaga decidió que no iba a seguir con el plan que tenía en mente y sólo se limitó a abandonar los restos de su exmarido al costado de una ruta en el municipio de Cotia.