Un candado es un dispositivo de seguridad que utilizan muchas personas. Su utilidad se basa en reforzar un cierre o una puerta, dándole una contención extra. Al observar su conformación, se ve que existe un orificio donde ingresa una llave y esto activa y desactiva los mecanismos internos. Hasta ahí, todo lo que se sabía, pero...
Al lado de la cerradura, un pequeñísimo agujero, que suele pasar desapercibido, es uno de los secretos menos conocidos de los candados. Al ser casi invisible, las personas no ponen su vista en el, aunque pronto lo harán al conocer las diferentes utilidades que estiran la vida útil de este dispositivo de seguridad.
Según detallaron expertos en seguridad, este orificio, en primer lugar, sirve como drenaje. Es que al estar, generalmente, en lugares a la intemperie, el candado, con las lluvias, puede oxidarse. Sin embargo, este agujero hará que los mecanismos internos drenen, evitando que el agua quede estancada. En caso de no tenerlo, el dispositivo de seguridad durará muy poco al oxidarse.
Otro de los secretos hasta ahora desconocidos es que este orificio también sirve para la aplicación de lubricantes. Esta función crucial está orientada para el mantenimiento del candado, que, como se explicó anteriormente, al estar al aire libre puede sufrir un deterioro en sus funciones.
Por último, esta pequeña abertura también puede servir para introducir un alambre, con el fin de destrabar los mecanismos internos y así abrir el candado -en caso de haber perdido las llaves-.
Los candados, de conservarse de manera correcta, duran muchísimos años y son una herramienta útil y practica para otorgar una seguridad extra tanto a una valija de viaje, como así también a la cerradura de una puerta y hasta complementar una linga para atar una bicicleta a un poste de luz.