Capitán América: Un nuevo mundo (Captain America: Brave New World, Estados Unidos, 2025) cumple con la tradición de las películas del personaje dentro de la franquicia de Marvel. Ahora que las películas del estudio han logrado convertirse en aparatos cada vez más feos y absurdos, volver sobre el Capitán América es un verdadero alivio para el ojo humano. No necesita ser una gran película para ser una película más sencilla de disfrutar, con una narración clara, con efectos visuales decentes y ambientada en un mundo real, sin esos espacios aberrantes que se han multiplicado en la última década en Marvel.
Esta cuarta película de la serie del Capitán América es a su vez la primera con Sam Wilson (Anthony Mackie) en el rol principal. Este ex paracaidista del ejército reconvertido en Vengador como Falcon, llevando ahora el uniforme y el escudo en lugar del retirado Steve Rogers (Chris Evans) cosa que ya había sido anunciado anteriormente. La película no tiene vueltas y nos ahorra prólogos y flashbacks, por lo que rápidamente vemos como el recién electo presidente de Estados Unidos, el ex general Thaddeus “Thunderbolt” Ross, ahora interpretado por Harrison Ford, convoca al Capitán América para que trabajen juntos. Pero habrá un incidente que dará vuelta todo y una vez más, el Capitán América y Ross tomarán caminos distintos. El nuevo candidato a ocupar el lugar de Falcon, Joaquín Torres (insufrible estereotipo latino interpretado por Danny Ramírez) y la agente Ruth Bat-Seraph (Shira Hass) serán los aliados del héroe para resolver el conflicto de escala internacional y enfrentarse a un viejo villano, el científico Samuel Sterns (Tim Blake Nelson).
Además de ser la cuarta entrega de la serie del Capitán América, esta película está en conexión directa con El increíble Hulk (The Incredible Hulk, 2008) la segunda película de todo el Universo Cinematográfico Marvel. Allí Ross estaba interpretado por William Hurt. Acá repiten el rol de aquel film no solo Tim Blake Nelson, sino también Liv Tyler, como la hija de Ross. La inclusión de Harrison Ford es una ganancia notable. No sólo es el segundo personaje más importante de la película, sino que además le pone todo el oficio al papel, dando más presencia a su importante rol. Más allá de que es sabido que no le importan tantos estos largometrajes, nadie puede objetarlo falta de profesionalismo. Él es lo mejor de la película.
La película no pretende ir muy lejos y se conforma con algunas escenas de acción que no se pasan de rosca ni involucran ciudades enteras, esa exageración que suele hacer de Marvel una exageración soporífera y sin gracia. Es verdad que hay una seria especulación con lo que vendrá y por eso se escatiman algunas cosas. Mackie está impecable en el papel principal y no merece mayor análisis. La promesa de la secuela asegurada, por otro lado, sí parece llevarnos hacia ese otro universo feo que mencionamos ya un par de veces. Las canciones de esta película son bastante feas, pero la bajada de línea política y la agenda ideológica están bastante bajo control, con la ambigüedad suficiente como para que los van al cine a ver agendas y no películas, no se alegren pero tampoco se ofendan.